España presenta una elevada tasa de consumo de ansiolíticos, alrededor del 15% de la población adulta. Los ansiolíticos o tranquilizantes más empleados son las benzodiacepinas (BZD), como por ejemplo, Orfidal, Trankimazin y Valium, que actúan a varios niveles del sistema nervioso central, produciendo una depresión de las neuronas que les confiere propiedades ansiolíticas, relajantes musculares, anticonvulsivantes (contra las crisis epilépticas, por ejemplo) y amnesiantes.
Los pacientes en tratamiento con BZD pueden presentar (en función de la duración del tratamiento, la dosis, la vía de administración, la susceptibilidad del enfermo , etc ) alteraciones de carácter cognitivo, fundamentalmente en los procesos de memoria, debido a que interfieren en el proceso de consolidación de la memoria. Afectan a la capacidad de aprendizaje de datos nuevos, producen alteraciones en la capacidad de atención y vigilancia, y nos dificultan el recuerdo de las cosas de la vida cotidiana que queremos recordar.
Los efectos secundarios de las BZD sobre la memoria están muy presentes en la práctica clínica de la psiquiatría, debiendo darse una adecuada respuesta a las quejas o demandas que pueda presentar el paciente tratado con este tipo de fármacos. Hay que tratar siempre de diferenciar entre los síntomas derivados de la propia patología ansioso-depresiva, los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, y la presencia de enfermedades que producen una alteración de la memoria muy similar (como la enfermedad de Alzheimer, demencia senil, síndromes amnésicos de origen orgánico, algunos traumatismos cráneo-encefálicos…).
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