Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, queremos reflexionar y a la vez haceros pensar acerca de la idealización de los momentos felices de la vida.
A menudo pensamos o creemos que los momentos más felices de nuestras vidas van a ser esas vacaciones soñadas, o ese viaje que tanto ansiamos. Cabe la posibilidad de que esto ocurra, pero la mayoría de las veces, si echamos la vista atrás nuestros momentos más felices van a tener que ver con experiencias mucho más cotidianas. Y es que, en definitiva lo que hacemos es idealizar algo que ansiamos hasta tal punto de darle una dimensión enorme. Esto hace que nuestras expectativas sean muy altas y de ahí la dificultad de que esté a la altura. Aún consiguiéndolo, y estando a la altura de tan preciada búsqueda, podríamos comparar ese gran momento con otros cotidianos que vivimos a lo largo de nuestras vidas y que en principio no le dimos semejante relevancia.
Si hacemos una retrospectiva y buscamos los momentos más felices de nuestra vida, es posible que afloren recuerdos como juegos con los amigos en el patio, momentos familiares en casa, realización de actividades que amamos, charlas con seres queridos…
Y es que la felicidad depende de muchos factores, pero seguramente la compañía sea determinante. Es curioso que solemos ver cuán felices fuimos cuando nos acordamos de ese momento, ya que cuando lo vivimos estamos centrados justo en estar ahí, en disfrutar. En una ocasión le preguntaron a un gran surfista, tras haber surfeado las mejores olas del mundo que cuál había sido su momento más feliz en el agua. Su respuesta fue que no cambiaría por nada del mundo las sesiones con sus amigos siendo adolescente en olas de muy poca calidad. Es una respuesta que nos invita a la reflexión.
En muchas ocasiones la vorágine de nuestras vidas no nos deja estar 100% libres de preocupaciones para poder disfrutar de algo al completo. Nos suena el teléfono móvil, nos surge un contratiempo… y no podemos vivir ese instante. Quizás ahora más que nunca estamos más preocupados de que los demás vean a través de las redes sociales lo bien que nos lo pasamos que de pasarlo bien realmente. Y quizás nos esté pasando factura.
Todo esto no son más que ejemplos de la vida misma, que nos ocurren y que si queremos y nos lo proponemos, podemos tratar e intentar de buscar la mejor salida. Porque al final, debemos de saber qué es aquello que nos gusta e intentar hacerlo cuantas más veces mejor. Evitar las excusas y dedicar un momento para ello puede ser la diferencia clave entre acercarnos a la felicidad o alejarnos definitivamente de momentos que nos llenen. Está en nuestras manos… ¿te atreves a intentarlo?