Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar de la renuncia a un plan por una obligación, o lo que es lo mismo, el concepto de responsabilidad y sacrificio.
Los conceptos de responsabilidad y sacrificio son, sobre todo, variables que se potencian con el paso del tiempo. En un principio, en la niñez más temprana, apenas hay responsabilidades o grandes sacrificios. Con el paso del tiempo van surgiendo tareas y obligaciones que cobran un papel fundamental en nuestras vidas (colegio, actividades…). Paulatinamente nos vemos envueltos en un mundo donde cada vez hay más responsabilidades y obligaciones que nos llevan a tener que decidir en ocasiones qué es prioritario y qué no. Dicho de otra manera, la situación nos obliga a decidir, a elegir.
Y es aquí cuando podemos llegar a encontrarnos ante la disyuntiva de hacer algo que nos apetece, o una obligación que no nos atrae para nada, pero que hemos dado nuestra palabra para realizarla. Nuestro sistema de prioridades tiene serias dificultades para tomar una decisión, y es muy probable que sintamos cierta ansiedad a la hora de tener que decidir. ¿Qué debemos hacer? ¿Por qué tengo que acudir a algo que no quiero pero acordé en ir?
Recuerda: nuestros actos tienen consecuencias
Si algo hay que valorar ante este tipo de situaciones es el valor que le otorgamos a nuestra palabra, es decir, a aquello en lo que nos responsabilizamos en hacer. Es evidente que nuestros actos tienen consecuencias, y es por eso, que los demás nos valorarán en función de lo que vean en nuestras acciones. Si hemos quedado en acudir a un evento y no lo hacemos (sin causas que lo impidan), los demás interpretarán que faltamos a nuestra palabra. Y esto, repercutirá en la visión que tengan hacia nosotros, añadido a otras variables como confianza, seguridad, honor… La clave no es pensar qué ocurre en los demás cuando faltamos a nuestra palabra, sino en nosotros mismos. En el fondo estamos fallando en nuestra consistencia y coherencia, factores clave que hacen que nos sintamos bien y que son parte de nuestra autovaloración y autoconcepto.
Saber priorizar y acudir a un evento o situación que no se desea, pero que es una obligación y hemos quedado en ello, significa mucho más de lo que podemos creer de antemano. Significa tolerancia a la frustración, significa respeto, sacrificio, responsabilidad.
Un factor que nos tiene que ayudar es aprender de las experiencias pasadas. Si somos capaces de valorar ese sacrificio realizado aprenderemos para la siguiente circunstancia con el objetivo de pensarnos mejor qué compromisos adquiero y cuáles no. Sabemos que la vida es un aprendizaje constante, y al igual que nos molesta cuando alguien no cumple con nosotros, debemos fomentar no realizar lo mismo con los demás.
Todo esto debe ir encaminado a fomentar una buena visión sobre nosotros mismo, o dicho de otra forma, cumplir con nuestro sistema de creencias y valores. En ocasiones cumplir con esto será complicado y tendremos que sacrificarnos, pero con el tiempo y bien pensado, nos reportará mucha más tranquilidad, autoestima, y a la vez una buena consideración por parte de los demás. ¿Te atreves a intentarlo?