Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos queremos hablar de la importancia de sentirse capaz ante una tarea.
Todos desarrollamos tareas y actividades, y a lo largo de cada jornada normalmente no les otorgamos ninguna importancia. Se supone que es lo que tenemos que hacer, que tenemos la responsabilidad de hacerlo y por ende que es lo normal. Las tareas o situaciones a las que llevamos enfrentándonos toda nuestra vida no nos suponen un gran reto, ya que a lo largo de nuestra experiencia hemos interiorizado que somos aptos para ellas. En cambio, cuando surge una situación nueva, o que exige algo más de nosotros, pueden surgirnos dudas en cuanto al éxito en su realización.
Evidentemente aquí juegan un papel muy importante variables como la autoestima, la confianza en uno mismo, la seguridad… pero sobre todo la competencia percibida acerca de nosotros mismos. Es decir, si nos consideramos capaces de realizar satisfactoriamente la acción o enfrentarnos a la situación que nos viene. Normalmente ante esta circunstancia, y sobre todo si nuestro estado de ánimo no es el más adecuado, tendemos a no ser todo lo realistas que debiéramos, no valorando lo suficiente nuestras capacidades y terminando por tener dudas ante el resultado de esa acción. Sería buen momento este, para recordarnos nuestros éxitos pasados, aquellos logros que hemos conseguido a lo largo de nuestros días y ver así, que ciertamente nos hemos enfrentado a situaciones verdaderamente difíciles en el pasado.
Analiza la situación
Sentirse capaz de algo, pasa por enfrentarse, primero de todo, a los pensamientos negativos automáticos que surgen cuando dudamos o la posibilidad de fracaso aparece. Ser consciente de que ese malestar que tenemos viene influido por ciertos pensamientos negativos, nos hará entender que más que posiblemente la situación en sí no tenga motivos para generar ese agobio que en realidad sentimos. Sin duda el análisis que estamos haciendo de la situación nos está perjudicando. Es el momento de plantearnos más racionalmente si podemos enfrentarnos con garantías a la situación o no, esto es, cuestionárnoslo. Ver si tenemos las capacidades y virtudes que se requieren para la realización de dicha acción, ver si tenemos poder de acción sobre ella, si es algo que se puede entrenar…
Un ejemplo podría ser que una empresa invitase a sus empleados a unas jornadas de convivencia en las que se practicaría esquí. Es posible que alguna persona no lo haya hecho antes… Pero eso no quiere decir que no sea “capaz” de hacerlo. Habrá que ver el estado físico que tenemos, si tenemos lesiones, si hemos hecho algo parecido a lo largo de nuestras vidas, si estamos motivados para ello… Si todas las variables que hemos analizado no nos dicen que no podamos hacerlo, entonces lo único que nos molesta es esa incertidumbre acerca de qué va a ocurrir. Para controlar todo esto, será determinante nuestra atención a las explicaciones teóricas, preguntar dudas, involucrarse en la acción, etc. Es decir, somos capaces. Otra cosa es que nos guste más o menos, que lo disfrutemos más o menos… eso es otra cuestión.
Sentirnos capaces de resolver una tarea supone algo determinante a la hora de enfrentarnos con garantías a ella. Hay que tener presente que puede no salirnos bien a la primera, pero que podemos hacerlo. La persistencia es clave para obtener resultados, si bien hay que partir de ese sentimiento de “capacidad” anteriormente comentado. ¿Te atreves a intentarlo?