Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar acerca de cómo valorar nuestras fortalezas y debilidades de una manera adecuada.
Es más que evidente que todos tenemos variables de personalidad o capacidades que son positivas y otras no tanto. Muchas veces cuando nos paramos a reflexionar en ello terminamos viendo sólo la parte negativa y frustrándonos o atacándonos con lo que no nos gusta de nosotros mismos. Fruto de ese machaque, nuestra autoestima sufre, lo que va ligado a que nuestro estado de ánimo y humor empeoren.
Primeramente debemos aceptar nuestras virtudes y defectos. Aceptar supone algo más profundo que comprender, y fruto de esa aceptación comenzaremos a entender de una forma más objetiva que es algo natural.
¿Podemos hacer algo para mejorar en esas variables con connotación negativa? Si la respuesta es no, debemos hacer algo parecido a lo anteriormente comentado, aceptar esa variable como parte de nosotros e intentar convivir con ella de la mejor manera posible. Sin embargo, si la respuesta va encaminada a que podemos hacer algo para mejorar, debemos proponernos cómo llegar a esa mejora. Esto es, centrarse en buscar soluciones y mejoras, no en anclarse en el problema. La cadena viene determinada porque es imposible mejorar en aquello que desconocemos que hacemos mal, de ahí la importancia de la primera revisión de nuestras virtudes y defectos. Si tenemos poder de acción, podremos actuar con el fin de que esas variables pasen a un siguiente nivel.
Compararse con los demás no es el camino
Una de las claves es compararse con uno mismo. De esta manera, parte de lo que determinará nuestro éxito vendrá ligado a no machacarnos más y por contra ver cómo podemos trabajar esos puntos débiles. En todo este proceso debemos repetirnos que los “no puedo” no están permitidos. Debemos sustituirlos por “voy a intentarlo”. Este cambio de concepción es muy importante, ya que lo que tendremos que hacer es plantearnos metas “realizables” que sean a corto plazo. A partir de ahí valoraremos los resultados comparándonos con nosotros mismos a lo largo de distintos momentos.
Hay cosas que no podemos cambiar de nosotros mismos. Si no nos gustan nuestros lunares… poco podemos hacer. En cambio, si somos conscientes de que no tratamos a nuestros seres queridos como nos gustaría, tenemos mucho por hacer. Las excusas deben quedar de lado y ponernos manos a la obra.
La diferencia entre autocastigarse y buscar mejoras es abismal. Para ello debemos generar una actitud proactiva que se centre en lo que está a nuestro alcance, trabajando en ello con tesón y sobre todo con perspectiva. Esa perspectiva que nos haga conscientes de nuestros pasos y avances y que nos motive a continuar en la senda del compromiso con nuestros objetivos. Si estamos dispuestos a ello, tenemos mucho terreno ganado… ¿Te atreves a intentarlo?