Sobreprotección de los padres a sus hijos

Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos hoy vamos a hablar acerca del exceso de control por parte de los padres a sus hijos.

Todos nos preocupamos por nuestros seres queridos, en el caso de los padres resulta más que evidente que esa preocupación se focaliza en sus hijos. Queremos lo mejor para ellos, que no les ocurra nada malo, que no comentan errores… Pero si nos paramos a pensar, ¿hemos cometido errores nosotros? La respuesta es tan sencilla como clarificadora. Los errores forman parte de la vida y son incluso necesarios, si bien prevenirlos también. Ese es el verdadero reto.

Un exceso de control en este sentido puede ser interpretado por parte de los hijos como una restricción de la libertad (más cuando son adolescentes). Por supuesto que hay que establecer ciertos límites en casa, horarios, administración de paga… Pero también hay que dar espacio. Es una fina mezcla, en la que la confianza está detrás. Confiar es muy necesario, sobre todo cuando nos dan muestras. Es decir, debemos generar situaciones donde puedan hacerlo. Un ejemplo simple puede ser decir a nuestro hijo que vaya a comprar el pan, si no le dejamos hacerlo por su cuenta, le vigilamos y no le damos la oportunidad de hacerlo, es más que probable que no sienta nuestra confianza,  y a la vez no genere mucha confianza en sí mismo. Esto podemos extrapolarlo a muchas otras situaciones. Confiar es difícil, pero es parte de que las cosas vayan bien encaminadas. Cuando se comienza a salir es lógico tener una hora de llegada. Lo que no es lógico es que si se cumple esa hora de llegada no se valore adecuadamente ese cumplimiento con el tiempo. Son esas circunstancias las que deben generar confianza. De alguna manera es una forma de devolver confianza bidireccionalmente en el núcleo familiar.

¿Cuál es el elemento clave? Como en tantas otras ocasiones, la comunicación. Entender que debemos hablar para llegar a acuerdos. Por supuesto que la última palabra la tienen los padres, pero va a ser mucho más positivo tener una charla, aconsejar y dirigir que imponer sin más. Esto va configurando vínculos sanos, donde los hijos reconocen la necesidad de ciertas normas y a la vez son conscientes de que los padres son su más firme apoyo, y que siempre podrán contar con ellos. Esa última característica es esencial, más allá de que no nos cuenten todo lo que les ocurre. No es necesario, son nuestros hijos, y no somos sus mejores amigos (por más que en ocasiones existan relaciones muy estrechas).

En el fondo una buena educación conlleva todo lo anterior. Debemos dar importancia a los valores, y los ejemplos ayudan. De este modo dar ejemplo es una de las formas más elementales de facilitar el entendimiento de estas cuestiones a los hijos.  ¿Te atreves a ponerlo en práctica?

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