Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar acerca del rol de autoridad en las familias.
Cuando hablamos de una familia, rápidamente podemos asociar muchas palabras… sin duda educación será una de las elegidas. La educación de nuestros hijos es una de las cuestiones más importantes dentro del entorno familiar. Para que esa educación sea efectiva hay que ligar muchos factores y hoy queremos hablar del rol de autoridad en las familias.
Normalmente en cada familia, cada persona adquiere un rol. Ese rol está determinado por su función, pero también por su carácter. A la hora de educar se requiere una mezcla entre firmeza, cariño, empatía y paciencia. En muchas familias estos roles se hacen fijos y no terminan de ser adecuados para obtener los mejores resultados posibles.
EL rol de padres debe ser compartido
Estamos hablando de familias donde una persona (padre o madre) adquiere el rol de “autoridad dura” y otra de “autoridad blanda”. Esto es, que esa persona con el rol de autoridad dura será vista como la que castiga, se enfada, riñe y pone límites, mientras que la blanda será la que tiende a suavizar todo esto, comunicarse y ser más lúdica. Esto tiene varios inconvenientes o problemas. El primero de ellos, es que los niños encasillarán esto y verán de forma diferente a sus padres. Pero no sólo eso, tenderán a no ver a esa “autoridad blanda” como una figura de autoridad real, con todos los problemas que ello conlleva. De alguna manera no es alguien que tenga poder de decisión firme sobre lo que hay que hacer o no, y esto termina por convertirse en un gran problema. Está desautorizada por decreto. Por otro lado, en la figura de “autoridad dura” recaerá todo el peso de las decisiones, con lo que tendrá que estar siempre atenta para poner límites o decir lo que está bien o mal. El problema es que no se le verá como una parte con quien compartir o comunicar cosas de carácter más lúdico, divertido o banal.
Debemos ser conscientes que el rol de padres debe ser compartido. Compartido más allá de que dentro de esa “unidad” haya diversidad. Sin duda es fundamental que ambas personas sean figuras de autoridad y a la vez personas con quien compartir momentos lúdicos, divertidos o cotidianos. Para ello padre y madre deben trabajar en ayudarse para conseguir tal objetivo. ¿Cómo? Primeramente autorizando al otro a la toma de decisiones, a hacer ver a los hijos el poder de decisión de cada uno, y aceptando las decisiones de su pareja. La comunicación vuelve a ser un factor clave para la consecución de este objetivo. Ver qué piensa tu pareja, entender cuáles pueden ser las consecuencias de una conducta concreta, cómo se puede motivar a los niños… Además, el trabajo debe ir encaminado de igual modo en ayudar al fomento de esa parte de “rol lúdico”. Hacer ver que jugar con nuestros hijos es muy importante, pasar tiempo de calidad disfrutando, entendiendo que así también se está educando en valores, normas y límites a nuestros pequeños.
La virtud está en el punto medio. De nada nos sirve tener un rol que se va a un extremo, ya que nos estaremos perdiendo muchas cosas positivas, y no sólo eso, afectará a nuestros hijos, a su visión personal y a sus futuras conductas. ¿Te atreves a ponerlo en práctica?