Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar sobre la importancia de nuestra capacidad de adaptación.
Es un hecho que el ser humano tiene una gran capacidad de adaptación. Bien sea a los distintos ecosistemas, circunstancias climáticas o devenires sociales, somos una especie dotada de forma determinante para ello. Somos sensibles al cambio, flexibles con nuestro entorno… sobre todo cuando nuestra vida depende de ello. Ahora bien, cuando se trata de cosas cotidianas, relacionales o laborales donde hay emociones de por medio que nos afectan, en ocasiones dejamos de lado dicha cualidad y dificultamos la adaptabilidad.
La adaptación al cambio lleva implícita otra variable: la actitud. Esa actitud proactiva donde la motivación hace que encaremos las metas de forma adecuada y persistente, lo que será clave de cara al éxito de nuestra tarea. Partimos por tanto de la importancia de fijar adecuadamente las metas, o, en otros muchos casos, de entenderlas y aceptarlas de forma correcta. De ahí surge realmente nuestra capacidad de adaptación, de un buen entendimiento de la situación, de cara a la búsqueda de soluciones de la misma y no a dar rodeos sobre los problemas. Por tanto la capacidad analítica, alejada de razonamientos emocionales, será de gran ayuda. En ese contexto de análisis, nace derivado del mismo, la anticipación y la resolución propiamente de la situación de cara a gozar de una buena funcionalidad en nuestras vidas.
La importancia de fluir entre las situaciones
De eso se trata cuando hablamos de adaptación al cambio, de saber fluir entre las distintas circunstancias que se vayan dando en nuestras vidas de la mejor forma, con el menor coste emocional y obteniendo el mayor bienestar posible. Todo esto, evidentemente, teniendo en cuenta la parte ética, relacionada con nuestros valores, que debe presidir la toma de decisiones. Esta cuestión, no es para nada baladí, y aunque a veces dificulte cómo realizar las cosas, en el fondo es un indicador inequívoco de nuestra conciencia, quien determina después nuestro estado emocional. Dejar de lado orgullos, terquedades, cabezonerías y demás obstáculos suponen una ayuda clave para fomentar la adaptación al cambio, que bien entendida, puede ser elemental para seguir con nuestro camino vital a sabiendas de que estamos en constante movimiento.
El mundo gira y cambia, la tecnología, las comunicaciones… hay cosas que nos pueden gustar más o menos, pero que no podemos parar de forma personal. Es decisión nuestra el camino que queramos tomar, al igual que lo es darse cuenta de la forma más objetiva posible qué necesitamos nosotros y los nuestros para seguir adelante. Discernir entre lo importante y lo prescindible cobra especial relevancia. Saber priorizar es parte de nuestra fortaleza y adaptación al cambio.
En las empresas se valora muy positivamente el hecho de gozar de adaptación al cambio. Por algo será. Antes no había teléfonos, ahora son imprescindibles. ¿Eres capaz de adaptarte a los cambios que estén por venir?