Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la importancia de la preparación.
Cuando hablamos de preparación, efectivamente el espectro es tan amplio que podemos llegar a perder la perspectiva. El concepto de preparación en la acepción que queremos especificar tiene que ver con la disposición o arreglo de las cosas necesarias para realizar algo o para un fin determinado. De este modo estamos refiriéndonos sobre a todo a la anticipación de necesidades requeridas para la consecución de un objetivo o meta. “Para aprobar este examen debo estudiar estos temas”, “para correr cierta distancia tengo que entrenar de esta manera”, etc.
Dicha anticipación, a la que deberíamos añadir también la visualización, nos permite conocer de antemano aquello que depende de nosotros de cara a aumentar las probabilidades de éxito. A la vez, es posible que identifiquemos otras variables que ya no dependen de nuestras acciones y que podrían condicionar el resultado. Si bien hay que tener en cuenta este segundo tipo, lo primordial es ocuparnos de forma activa de aquello que está bajo nuestro rango de acción. En muchas ocasiones, aún sabiendo lo que debemos realizar para conseguir una meta concreta, surgen dificultades, ya no de la propia tarea en sí, sino propias individualmente como personas. La falta de actitud o motivación, vagancia, desidia… Enemigos íntimos que todos conocemos en menor o mayor medida y que nos condicionan.
El trabajo como clave del éxito
Es curioso, pero si nos fijamos con atención en la mayor parte de las personas que logran sus objetivos o tienen éxito, veremos que detrás de ello existe una buena organización y planificación, y sobre todo una muy buena actitud y perseverancia. Desgraciadamente esto no se ve tan fácilmente como parece, y en ocasiones el éxito, el resultado final, eclipsa todo ese trabajo tan necesario. Esto se ve perfectamente en el deporte. Todos interpretamos ese resultado final, esa marca del atleta por poner un ejemplo. Lo que no vemos son sus entrenamientos, sus esfuerzos y sacrificios, su dedicación. La marca obtenida sería imposible sin todo lo anterior.
No es necesario que las metas sean las más ambiciosas del mundo. Baste poner como ejemplo esos pequeños objetivos y tareas del día a día. Desde sacar adelante nuestro trabajo, a hacer la comida, pasando por preocuparnos de seres queridos, todo ello tiene componentes inherentes de preparación. Cuando hemos logrado que dicha preparación sea “automática” todo parece muy sencillo, pero en el fondo ha habido un proceso a través del cual esa preparación se ha convertido en un hábito. Aquí reside una de las claves: entender la preparación de las cosas como algo elemental para aumentar nuestro éxito se traduce en habituarnos a planificar y organizar mejor. Ver los pros y los contras de las cosas, no dejándonos llevar exclusivamente por la cuestión emocional, sino viendo los argumentos y razones que dan sentido a entender y aceptar lo que debemos realizar para conseguir las metas. En este proceso, como en la mayoría, la educación cobra un papel esencial, desde la teoría a la práctica y donde el ejemplo puede ser esencial.
En muchas ocasiones nos preguntan si estamos preparados. Hemos visto que esto depende de un sinfín de variables… Estar o no estar preparados depende de nosotros en una gran medida, ¿te atreves a intentarlo?