Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre los posibles problemas de la “hiperresponsabilidad” y la falta de disfrute.
La responsabilidad es un concepto importante, de calado y esencial en el devenir de nuestras vidas. Su formación y fortalecimiento constituyen cuestiones importantes dentro de la educación, y es por ello que se ponen esfuerzos desde la niñez en que paulatinamente se vaya adquiriendo dicha cualidad. Una persona responsable no sólo tiene muchas ventajas a nivel individual para su funcionalidad, sino que de cara a los demás es vista de una manera muy positiva. Ahora bien, como casi todo, se puede llevar al extremo. Por todos es conocido que los extremos no suelen ser buenos y que la virtud se encuentra en el punto medio. De modo que no ser responsable para nada o ser “hiperresponsable” puede conllevar problemas. Hoy nos centraremos en la hiperresponsabilidad.
¿En qué consiste?
Pues precisamente en un exceso de responsabilidad, que aúna de forma desmesurada la necesidad de cumplimiento, control, orden, organización…Cuestiones que bien entendidas nos facilitan la vida, pero que llevadas a otro nivel interfieren en otras variables. Podemos encontrarnos ejemplos de personas que tratan de hacerlo todo de la mejor forma posible, exigiéndose niveles altísimos de productividad, sociabilidad, éxito deportivo, en lo académico… y que terminan por no poder disfrutar realmente de nada. Esa es su condena. Estar constantemente preocupados por cuestiones a las que tienen que atender de forma imperiosa, que les impide disfrutar de las cosas más simples y sencillas. Esto va generando un desgaste que va directamente relacionado con lo emocional, pudiendo llegar al límite de sentirse “quemados”. Y es entonces cuando todo ese trabajo duro, toda esa impresionante dedicación a todos y cada uno de los aspectos exigidos en sus vidas se tambalea. He conseguido cosas, pero… ¿las he disfrutado?
Véase aquí la importancia de la mesura, del equilibrio. Cuando hablamos de responsabilidad, siempre hablamos de las ventajas que tiene para hacer nuestra vida más fácil. Para cumplir con nuestras obligaciones y así poder centrarnos también en nuestro bienestar, en nuestros hobbies, intereses e inquietudes. ¿Qué sentido tiene si no ser responsable? En ocasiones perdemos la perspectiva en este punto.
Fomentar la responsabilidad es fomentar muchas otras cuestiones, que van desde la puntualidad hasta el honor pasando por la confiabilidad y confianza. No podemos olvidar la trascendencia que tiene hacerlo de forma adecuada. Por desgracia todos conocemos ejemplos de personas muy exitosas en su trabajo pero que desatienden el resto de variables. No ven a sus familias, no quedan con sus amigos, no practican sus deportes favoritos… En resumen, no disfrutan. Y la razón es sencilla a la vez que desconcertante: están hiperpreocupados con lo que tiene que ver con sus obligaciones. Evidentemente algo está fallando en su ranking de prioridades. En ocasiones tiene que ocurrir una desgracia para que vean qué era lo realmente importante. Si podemos anticiparnos a eso, llegando de manera natural a ello de cara a mejorar la calidad de nuestras vidas, mucho mejor. Equilibrio entre obligaciones y disfrute, entendimiento de nuestras necesidades y conocimientos de nuestras prioridades. ¿Te atreves a intentarlo?