Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre las preocupaciones y las obsesiones.
En el mundo en que vivimos, las preocupaciones forman parte de nuestra realidad, y hay distintos tipos e intensidades.
Es evidente que todos tenemos que gestionarlas, aunque a veces sea más complicado o nos lleve a inseguridades y quebraderos de cabeza.
Las preocupaciones siempre tienen que ver con el futuro, de modo que están intensamente relacionadas con la incertidumbre, y por ende, con la ansiedad.
Una obsesión es un pensamiento recurrente acerca de algo. Todos hemos podido tener alguna, no teniendo que ser algo terriblemente nocivo por mandato. Por ejemplo hemos podido obsesionarnos con los cromos o con las muñecas de pequeños, sin ser un terrible mal.
Ahora bien, las obsesiones con el tiempo tienden a ser cada vez más disfuncionales y desadaptativas. Pueden comenzar siendo una ligera preocupación, que malentendida y ligada a otros pensamientos y distorsiones terminen en algo más complicado, como obsesionarnos con el control, la salud, enfermedades, personas, comprobaciones…
La mejor manera de mantener a raya ambos conceptos es ocupándonos de su contenido. Es decir, si algo nos preocupa, y no nos esforzamos en solucionarlo o gestionarlo, seguirá ahí.
Y no sólo seguirá ahí, sino que conforme avance el tiempo y no se haya afrontado conllevará más problemas.
Si algo nos preocupa, debemos tratar de trabajar en ello
Imaginemos que tenemos una cena con unos amigos, pero hemos dejado cosas sin hacer del ámbito laboral para el día siguiente. Es muy probable que nos cueste disfrutar del encuentro con los amigos debido a estar pensando en las cosas que están por hacer y cómo van a afectarnos. Si en cambio, nos ocupamos de esa parte laboral previamente y llegamos a la cena con todos los quehaceres resueltos la cosa cambia. Puede que estemos cansados por el esfuerzo, pero sin duda podremos disfrutar mucho más de dicho momento, de ese “presente” que sería inviable saborear si nuestras preocupaciones estuviesen ahí.
Resolver nuestras preocupaciones nos ayuda a estar menos en el futuro y vivir más en el presente, en el ahora. Esto permite que las vivencias sean más intensas y además que puedan darse momentos más fluidos en nuestras vidas.
Si trabajamos en las preocupaciones, estaremos también haciéndolo indirectamente en las obsesiones. Si tendemos a resolver cuestiones de forma activa y como norma, estaremos disipando la posibilidad de pensar constantemente en ello. Algo que está solucionado tiene unas conclusiones detrás que ayudan a dar por zanjados los temas. Aún teniendo cierta tendencia a pensar recurrentemente en algo, el hecho de resolver es una herramienta muy práctica para disminuir la intensidad de dicho pensamiento. Y no sólo eso, sino que ayuda a generar un sentimiento de capacidad adecuado, mejorar nuestra seguridad y confianza y en definitiva nuestra autoestima.
En Ma Psicólogos, sabemos que la autoestima es la base para el bienestar y sentirnos felices, además de darnos el equilibrio y estabilidad para vencer preocupaciones y obsesiones.
Todos tenemos preocupaciones… pero tú ¿cómo las manejas?