Cómo potenciar nuestro nivel de resolución

Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar sobre cómo potenciar nuestro nivel de resolución.

Ser más resolutivos, ¿es algo que podamos mejorar? La respuesta es afirmativa y vamos a ver cómo potenciar esta capacidad. 

Qué es ser resolutivo

Ser resolutivo, para empezar, se define como ser capaz de decidir un asunto rápidamente. Evidentemente, ese “rápidamente” puede ser muy subjetivo, pero vamos a entenderlo como un periodo corto de tiempo, donde la persona no posterga la ejecución tras la decisión tomada.

Estamos hablando de que a lo largo de un día tomamos miles de decisiones (unas 35.000), pero sólo un pequeño porcentaje de ellas es plenamente consciente. De este modo, tomar decisiones es parte de nuestro trabajo vital, y debemos habituarnos a hacerlo.

Todos tenemos dudas en algunos momentos, y podemos dar vueltas y vueltas a una misma cuestión. Este tipo de pensamiento bucle, en muchas ocasiones nos perjudica seriamente, generándonos tensión y estrés. La mejor manera de enfrentarse a estas circunstancias, es racionalizar la situación a través de argumentos y razones para llegar a la mejor solución al problema. Esto es, pasar del problema a las soluciones. La complicación de este tipo de situaciones es que nunca estaremos 100% seguros de que nuestra decisión sea la correcta… y las dudas no hacen otra cosa que alimentar a la evitación, postergación y procrastinación. Estos dos últimos términos, se convierten en elementos terribles, que pueden llevarnos a quedar atrapados sin ser capaces de resolver una situación, por sencilla que parezca. Y no sólo eso, creamos un precedente nocivo, que malentendido puede llegar a convertirse  en un hábito peligroso.

¿Qué podemos hacer?

Darle la vuelta a la tortilla. Debemos crear el hábito de decidir, asumiendo que podemos errar o fallar en nuestras decisiones. Ahora bien, si miramos atrás, nos daremos cuenta de que la mayoría de las decisiones que hemos tomado a lo largo de nuestras vidas han sido acertadas. Debemos afrontar cada problema, cada encrucijada… llevar todo ello a un buen debate con nosotros mismos, donde las razones primen y las emociones queden a un lado. 

Es mejor tomar una decisión al 60% de seguridad que no tomarla

Porque si no la tomamos, comenzaremos a hacernos pequeños, a tener menos seguridad, menos confianza… incluso menos autoestima.

Fallar es humano, y por supuesto que no estamos haciendo apología de ello. Cuanto menos fallemos, mejor. Es por esta razón por la que debemos esforzarnos en tomar buenas decisiones. Pero… para ser resolutivos debemos entrenar. Este hábito comienza a desarrollarse en la niñez, en la escuela, en los juegos… Como adultos debemos ser potenciadores de esta capacidad, aconsejando las mejores decisiones, haciendo pensar, pero no resolviendo por nuestros pequeños de forma normativa. 

Equivocarse es humano, y debemos luchar por no hacerlo. No intentar o no decidir puede ser incapacitante, y eso es algo que no podemos permitirnos. Cuando tengamos una decisión tomada, ¡ejecutémosla!

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