Una falsa creencia de los profesionales sanitarios, y también de la población en general, es que la mayoría de los trastornos del sueño en los ancianos son debidos al propio proceso de envejecimiento, pero realmente se debe atribuir a la presencia de enfermedades. Esta es una relación de tipo bidireccional. Las personas con trastornos del sueño tienden a desarrollar con mayor frecuencia: hipertensión arterial, depresión, enfermedad cardio-vascular; y en sentido inverso, las personas con ese tipo de enfermedades desarrollan con más frecuencia problemas del sueño.