Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a abordar cómo realizar unos buenos propósitos para el nuevo año, tratando que estos sean duraderos y realistas.
En primer lugar hay que resaltar que no es necesario esperar a que un nuevo año comience para ponerse nuevos objetivos o metas, si bien es verdad, que cuando se termina un ciclo, y un año por supuesto lo es, hacemos una revisión a nuestras acciones y logros. De tal forma que de alguna manera, la revisión a nuestros actos durante un periodo, afectará a los objetivos que nos vayamos a fijar.
Normalmente cuando nos fijamos nuevos propósitos lo hacemos atendiendo a la temática, ya sea en lo laboral, en cuanto a salud o deporte, relaciones familiares, consecución de logros… Y realmente esto está muy bien, pero sin duda tiene en ocasiones un carácter demasiado general como para que la motivación se potencie y que nos lleve a la consecución de las metas.
Nuestro consejo es fijar nuestros propósitos en función al tiempo, esto es, objetivos a corto, medio y largo plazo. Y como sabemos que los objetivos de carácter general tienden a no cumplirse 100% o postergarse, la siguiente parte de este planteamiento de metas es hacerlos lo más específicos y realistas posible.
La constancia diaria te motiva para conseguir tus propósitos
De este modo si uno de nuestros objetivos tradicionales es ponernos en forma a través del método que atiende a la temática, lo que haremos será fijarnos un entrenamiento específico y bien estructurado para las primeras semanas de actividad. Aquí lo que en realidad estamos haciendo es fijar un objetivo a corto plazo, pero haciéndolo específico. Además, un aspecto muy importante es ir cumpliendo en la medida de lo posible con lo planificado, viendo como cada día somos coherentes y consistentes con nosotros mismos.
Algo muy positivo sería premiarse de alguna manera al ver que vamos cumpliendo con lo propuesto, no teniendo necesariamente que ser grandes recompensas, sino pequeñas cosas que nos agraden. A partir de ahí, debemos proponernos objetivos a medio y largo plazo. Tener el propósito de haber perdido cierto peso, o conseguir ciertas metas (como correr 5 km) en un espacio de 2 a 4 meses por ejemplo, suponen objetivos a medio plazo. El largo plazo es el de más complicada consecución, y depende fundamentalmente de que nuestros objetivos a corto y medio plazo se hayan trabajado adecuadamente.
Con esta forma de fijarse metas o propósitos lo que intentamos conseguir son metas duraderas, es decir, hábitos. Por supuesto hay que partir de una base realista donde no nos pongamos las expectativas ni demasiado altas ni demasiado bajas. La valoración del día a día, o semana a semana es un aspecto clave para la no postergación de realización de tareas en las que se quiere mejorar.
Así pues, debemos pensar cuáles son nuestros propósitos de mejora para el año entrante… ¿te atreves a intentarlo de la forma en que te aconsejamos?