Desde MA psicólogos especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar de la importancia de aceptar nuestros errores y responsabilidades.Todos cometemos errores, es más que evidente. Como seres humanos somos imperfectos por naturaleza, y eso repercute en que no sea posible realizar todo de forma impecable. Ahora bien, cómo nos enfrentemos a esos errores es parte de nuestro control de la situación, y por ello debemos poner énfasis en nuestra actitud para su afrontamiento.
En la niñez tendemos a atribuirnos los éxitos a nosotros mismos y los fracasos a los demás. Es algo que se conoce como la atribución interna del éxito y la atribución externa del fracaso. Con el tiempo vamos aprendiendo que debemos responsabilizarnos de nuestras acciones, ya que tienen consecuencias. En ocasiones, no realizamos esto de la mejor forma y tendemos escudarnos en echar la culpa a los demás con el objetivo de no asumir nuestras responsabilidades. En alguna situación, puede ser cierto que la culpa no sea nuestra, y por tanto que no debamos asumirla, pero no siempre puede ser así. Cuando echas la culpa a los demás pasas tu vida siendo víctima de las circunstancias del destino y de las otras personas. No sólo eso, de cara a la confianza que los demás tengan en ti, influirá de forma negativa. Tendemos a confiar más y mejor en aquellas personas que asumen sus errores o asumen sus responsabilidades de forma abierta. Asumir responsabilidades denota madurez y un buen mecanismo de autocrítica, que suele ser constructiva. Es una buena forma de extraer aprendizajes de circunstancias en las que erramos, sacando una enseñanza positiva que nos ayude a no repetir ciertas situaciones en el futuro. Por tanto, una forma de crecer, aprender y mejorar, que nos hará más fuertes y mejores a la hora de encarar cualquier tipo de reto en nuestras vidas.
Echar la culpa a los demás no es la solución a nuestros problemas
De hecho, resulta determinante ver qué podemos hacer desde nuestra posición para resolver un conflicto. Si tenemos capacidad de acción, lo interesante es ponerse manos a la obra, aceptando nuestra situación y las consecuencias. Victimizarnos y echar las culpas de nuestros problemas a los demás no contribuye a generar ninguna solución efectiva. Expresiones del tipo “es que…”, “no sabía…” son típicas del discurso en el que la asunción de responsabilidades brilla por su ausencia. Debemos ser conscientes de la importancia que tiene todo esto en cómo nos vemos a nosotros mismos de cara a nuestra sensación de competencia, y de lo que proyectamos a los demás. Cuando nos sentimos capaces de algo, en el fondo estamos asumiendo que tenemos las competencias para hacer una acción, pero que la responsabilidad recae en nosotros. Por ende, asumimos que el éxito o el fracaso dependen de nuestra acción, y que no pasa nada porque en determinadas circunstancias las cosas no salgan todo lo bien que deseásemos. Debemos aprender de ese error, tratar de subsanarlo y no repetirlo en futuras ocasiones. Con todo ello estamos contribuyendo a disfrutar más de nuestros éxitos, ya que les daremos la importancia real que merecen, y de la misma forma cuando las cosas no salgan 100% bien entenderemos de una forma mucho más sana lo ocurrido. ¿Te atreves a ponerlo en práctica en tu vida?