Cómo encarar las bromas cotidianas

Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar sobre cómo encarar conversaciones cotidianas donde hay ciertas ironías, piquillas, bromas o vaciles. 

Todos nos hemos enfrentado a conversaciones, sobre todo en círculos íntimos, bien sea familia o amigos donde ha habido cierto pique o piquilla. Suelen ser conversaciones distendidas donde se es consciente del nivel jocoso de la situación, pero que en ocasiones traen consigo consecuencias negativas al no saber aceptar ciertos comentarios, o sobrepasarse en los mismos. De este modo, lo que en un inicio era algo divertido y adecuado, puede llegar a convertirse en una situación desagradable o problemática. Todo esto es más común entre jóvenes dentro de su grupo de iguales, donde este tipo de comentarios que estamos señalando son mucho más frecuentes.  

Primeramente, debemos ser conscientes de este tipo de situaciones. Es decir, en el inicio de las mismas, sería de gran ayuda recordarnos este carácter distendido para no cometer ciertos errores. Anticiparnos puede ser de gran ayuda de cara a no interpretar de una forma demasiado seria o rigurosa ciertos comentarios. Debemos saber trascender y quitar importancia o relevancia en muchas de estas situaciones teniendo como perspectiva el contexto. Del mismo modo, debemos recordar que nuestras valoraciones o declaraciones deben seguir el hilo de la conversación sin tomarnos de forma demasiado personal o seria lo hablado. Saber cuál es el nivel de confianza y relación con el resto de personas ayudará a adecuar todo esto. 

Sin embargo en algunas de estas situaciones, terminamos llevando a un nivel de ataque personal ciertos comentarios. Sería de gran ayuda en estos momentos, saber hacerle ver al interlocutor de forma adecuada nuestro sentir pero sin entrar en una batalla. Consiste esto en una especie de regulación, que debería ser capaz de hacer ver cuando uno supera ciertos límites. La asertividad y la empatía son las claves para interpretar de la mejor forma posible todo esto. Si realmente tenemos una buena relación con esa persona, no será difícil solventar la situación. Uno de los problemas más comunes en este tipo de situaciones suele darse cuando uno de los interlocutores está a la defensiva, de modo que tenderá a malinterpretar las declaraciones del resto, con la consecuencia de atacar con sus palabras a los demás. Entender este “juego” nos hará ser más conscientes de la situación y así no centrarnos tanto en el problema en sí, sino en las soluciones. 

En el fondo estamos hablando de comunicación. Adecuar nuestro registro a la situación es un requisito imprescindible para obtener entendimiento. Ante malos entendidos, una buena actitud y una buena comunicación serán las armas más precisas para solucionar lo ocurrido. ¿Te atreves a ponerlo en práctica?  

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