Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar acerca de la importancia de tener opciones, esto es, no tener un único plan.
A todos en alguna ocasión se nos ha chafado un plan. Sin lugar a dudas es un contratiempo, y parece que nos descoloca no sabiendo cómo reaccionar. No queda otra que enfrentar esa frustración generada por la situación y reaccionar.
Partimos por tanto de un plan, que llamado de otra manera puede ser un objetivo o una meta. Cuando planeamos cosas serias, como nuestros estudios, proyectos laborales… resulta indispensable valorar los pros y contras y ser conscientes de lo que puede ocurrir. De ese análisis dependerá conocer bien a lo que nos enfrentamos, y por tanto, como hacerlo de la mejor forma posible. Lo que a veces nos tenemos en cuenta es la remota posibilidad de que pueda salir mal. No se trata de ser pesimistas o catastrofistas, simplemente plantearse que podría ocurrir si no saliesen las cosas como planeamos. Aquí entra la otra cara de la jugada, tener opciones.
Y es que tener opciones es una cuestión fundamental. Para empezar nos permite escoger, y eso ya es un aspecto vital. A la vez, tener opciones ayuda a aumentar nuestra perspectiva y no cerrarnos a caprichos o visiones únicas. Y por supuesto, nos ayuda a visualizar una potencial salida si la opción escogida en un primer momento no saliese de la forma esperada. Pongamos un ejemplo: un chico de 20 años está en el camino de ser futbolista profesional (con las dificultades que entraña). No es lo mismo jugarse todo su futuro a una carta, apostando únicamente por el fútbol, a ir realizando paralelamente unos estudios (adaptados a sus horarios) que le hagan tener otras opciones. ¿Qué pasa si tiene una lesión de gravedad? ¿Qué ocurriría si el club dejase de contar con él?
En la mayoría de las ocasiones no hacerse este tipo de preguntas nos condena a no ver las posibles consecuencias de circunstancias no deseadas. Abrir el abanico de opciones y trabajar en ellas nos permite tener un plan A, un plan B, un C… Eso no quiere decir que no luchemos con todas nuestras fuerzas por el plan A, pero lo haremos con las espaldas cubiertas, que es muy distinto a hacerlo en la cuerda floja sin red de seguridad.
En la vida pueden surgir imprevistos, y aumentar nuestra sensación de control de las situaciones ayuda a tener menos incertidumbre, y por tanto menos ansiedad. Dominar esto aumenta nuestra sensación de competencia y capacidad, y eso repercute en la seguridad. Hay que hacer un esfuerzo grande en tener todos estos aspectos en cuenta, pero nos ayudará a estar preparados ante potenciales fracasos y a tener de antemano posibles soluciones a nuestro alcance. Un esfuerzo que merece la pena realizar, ya que las ventajas son muy grandes y nos permitirán vivir de una mejor manera lo que ya de por si es algo complicado: lograr nuestros objetivos o metas. ¿Te atreves a intentarlo?