Cómo superar la pereza

Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la importancia de abordar y resolver situaciones que no nos apetecen y a priori, nos aborrecen.

Seamos niños o adultos, a lo largo de nuestras vidas se van acumulando responsabilidades que, independientemente de nuestra gana para resolverlas, deben ser resueltas. Acostumbrarse a hacerlo va construyendo un hábito clave para el fortalecimiento de variables como la responsabilidad o el sentido del deber. Evidentemente esto pone a prueba nuestra voluntad, de modo que es imprescindible un buen esfuerzo emocional para poder abordar con éxito estas cuestiones.

Sea ir al dentista, llevar nuestro coche a revisión o visitar a un familiar, algunos eventos en ciertos momentos de nuestras vidas pueden no ser una gran motivación. ¿Qué podría entonces ser ese acicate para afrontar dichas tareas? La primera respuesta y factor determinante son las consecuencias. Si nos planteamos adecuadamente y de forma racional las potenciales consecuencias de la ausencia de nuestros actos en este aspecto veremos con mayor clarividencia y perspectiva la realidad. Puede no ser muy atractivo llevar nuestro coche al taller mecánico, pero bien pensado quizás sea menos atractivo aún quedarnos tirados en mitad de la carretera, llegar tarde a nuestro trabajo… Son cuestiones que nadie nos impone sino que son cuestiones donde el  sentido común debe actuar de la mejor forma posible. Generalmente nos gusta tener nuestras pertenencias en buen estado, pero ello conlleva un esfuerzo. Muchas de las cosas materiales llevan aparejadas consigo un mantenimiento.

Con la salud sucede algo pero en un escalafón normalmente superior. Abordar revisiones, citas y consultas puede ser el factor determinante para detectar posibles enfermedades, mantener nuestra salud o incluso tratar de mejorarla. Ser capaces de entender ciertas prioridades y saber preocuparse sanamente por ellas alimenta ese concepto responsabilidad. Pero por supuesto lleva otra cuestión consigo: la valoración de lo que tenemos. No hablamos explícitamente de lo material en este caso, sino de la valoración de cómo estamos y disfrutamos tanto de nosotros mismos como de lo que nos rodea. Ocuparse de lo realmente importante es indispensable, pero para ello debemos realizar previamente y concienzudamente ese trabajo en el conocimiento de nuestras prioridades.

En el fondo hablamos de ocuparnos de eso, de lo realmente relevante, y que, a sabiendas de que en ocasiones puede no ser motivación suficiente para su realización, debe tomarse en cuenta y ser realizado. No sólo para la cuestión en sí, sino que cuando tomamos partido en todo este entramado, estamos potenciado nuestras habilidades y sentimiento de capacidad. Esta última variable está íntimamente ligada con cuestiones como la seguridad, la confianza o nuestra autoestima.

Desde niños nos educan para valorar esto, de forma que no debemos quitarle ni un ápice de importancia. Trabajar en ello y potenciar su acción no sólo nos ayudará a ser más funcionales, sino también a estar mejor con nosotros mismos y nuestro entorno.

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