Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar sobre el imprescindible concepto de solidaridad.
El concepto solidaridad en sí, tiene que ver con la adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente en situaciones comprometidas o difíciles. Sin embargo, dicho concepto ligado a la sociología, se refiere al sentimiento y la actitud de unidad basada en metas o intereses comunes, es decir, ayudar a cambio de nada en función de lo que se considera bueno. Esto genera unos lazos, que de base están en el sustento del propio ser humano y su definición como ser social.
Vivimos en una etapa a nivel social donde el individualismo impera a muchos niveles, desde el consumismo a las nuevas tecnologías, pasando por la pobre comunicación en el cara a cara. No hace muchos años la adhesión para realizar tareas era mucho más comunal, y socialmente los lazos eran más íntimos. Por decirlo de alguna manera, la forma de compartir instantes y relacionarnos ha cambiado. Este cambio es el que es, no se trata de realizar una crítica bestial a este respecto. Lo que nos gustaría hacer es una reflexión acerca del concepto solidaridad y cómo ahora quizás está más reservado a grandes catástrofes cuando realmente se puede aplicar en el día a día. Esa “generosidad social” que no sólo reporta beneficios a la sociedad como tal sino también al individuo como elemento básico de dicho conglomerado.
Dicha solidaridad se puede fomentar, como comienzo, desde la educación. Hablamos de esa insistencia que se realiza en los primeros años de vida a la hora de compartir, de empatizar, de entender al otro, de discernir lo bueno. Sin duda esta es la base para que en la adultez se desarrollen esos comportamientos solidarios de los que hablábamos. Parece que en ocasiones solo hacemos las cosas a cambio de una recompensa, no siendo conscientes de que quizás realizar algunas cuestiones merezca la pena por sí mismas, o por el mero hecho de ayudar a nuestros semejantes.
Es una maravilla que ante situaciones drásticas seamos capaces de reaccionar y comportarnos de forma solidaria. El ser humano ante situaciones de vida o muerte es extraordinariamente capaz de adaptarse y salir adelante. En esos momentos se demuestran muchas variables positivas y debemos estar orgullosos de ello. Sin embargo, si implementamos dicha solidaridad en el día a día y a distintos niveles, podremos beneficiarnos de varias claves, que van desde la realización personal al reconocimiento social, pasando por la creación de una sociedad mejor. Y sí, ser miembros de dicha sociedad conlleva muchos beneficios a toda la cadena de miembros de la misma. Entenderemos mejor al otro y seremos capaces de ponernos en su lugar de cara a poder servirle de ayuda, fomentaremos mejores lazos y con ello dirigiremos nuestros esfuerzos a metas comunes, haciéndolas más asequibles en cuanto a consecución.
Tenemos la oportunidad de ser un poco más solidarios, para empezar en lo cotidiano. Solo supone un esfuerzo emocional, un gasto energético que se puede asumir. ¿Te atreves a intentarlo?