Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos hoy vamos a hablar sobre la importancia de saber priorizar, así es más fácil conseguir nuestros objetivos y sentirnos satisfechos por ello. Priorizar es un ejercicio de asertividad que no tiene por qué ir reñido con ayudar a los demás.
Nuestras prioridades van cambiando con el paso del tiempo y las circunstancias. Dependiendo del momento vital en el que nos encontremos debemos atender con mayor o menor dedicación a algunas cuestiones, pasando otras a un nivel secundario. Nuestras responsabilidades y ocio van cambiando, es ley de vida.
Una buena gestión en este sentido depende de forma determinante de nuestro estado de ánimo, actitud y momento emocional.
Proponernos objetivos adecuados y manejar nuestras expectativas son herramientas necesarias, y todo debe partir de estar bien a nivel individual.
Trabajar en nuestros objetivos aumenta nuestra autoestima, confianza y seguridad.
¿Me priorizo a mi mismo o a los demás?
En ocasiones dejamos nuestras prioridades de lado para atender a las de los otros, cuestión que en la mayoría de las situaciones hacemos altruistamente.
Estar para los demás es bueno y habla bien de nosotros, así como poder contar con ellos llegado el caso.
Ahora bien, si eso no se hace de una forma puntual y lo tomamos por norma es probable que terminemos por dejar de lado nuestras obligaciones y nuestros propios objetivos. Y no solo eso, algunas personas pueden llegar a aprovecharse de ello.
Debemos distinguir entre ayudar, lo urgente y lo importante
Ayudar siempre será una variable a valorar positivamente, ahora bien, cobra mucho más sentido hacerlo cuando tenemos resueltas nuestras tareas. No es cuestión de egoísmo, sino de organización positiva. Es difícil ser de ayuda cuando no tenemos resueltas nuestras obligaciones y hay preocupaciones que no nos permiten concentrarnos como debiéramos.
Cuando estamos bien, ayudamos mejor, sumamos más.
Trabajar en y para nosotros mismos es elemental, ya que cuanto mejor sea nuestro estado a nivel general (tanto físico como psicológico) mejor podremos encarar y ayudar a los demás. Tener nuestras cosas bien gestionadas y resueltas permite mejores niveles de ayuda y disposición.
Saber pedir ayuda, llegado el momento, también es importante, ya que en ocasiones una perspectiva externa puede ser necesaria.
Reconocer cada situación o acción de forma objetiva y racional es necesario para saber cómo abordarla de la forma más eficiente. Las emociones por lo general no nos ayudan demasiado en este sentido y en ocasiones terminan por confundir nuestros objetivos y prioridades.
Priorizar, por tanto, va más allá de saber dar mayor o menor importancia a algo. Cada momento requiere de consciencia y conocimiento de las circunstancias y de nosotros mismos. Nuestro estado marca la línea para saber a qué podemos o no podemos enfrentarnos con garantías. Y trabajar en nosotros mismos a todos los niveles es el mejor ejercicio para poder ser de ayuda llegado el caso.
¡Así que no tengáis miedo a priorizaros!