Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la empatía.
La empatía suele definirse como la habilidad para entender y compartir los sentimientos de los demás. Dicho de otra forma: “ponerse en los zapatos o en la piel del otro”, aunque va mucho más allá. Es una virtud que forma parte del entramado de la inteligencia emocional, y en la que siempre podemos progresar y mejorar si nos los proponemos.
Cómo entender la empatía
Para poder entender mejor cómo funciona la empatía, debemos saber que para que se desarrolle esta capacidad hacen falta poner en marcha otras variables. Son indispensables:
-La predisposición de atención al otro en la interacción (feedback)
-La escucha activa. No se trata de oír, se trata de escuchar y hacer saber al otro que es escuchado. Esto tiene signos que van desde el lenguaje no verbal (mirando a la persona, asintiendo, etc.), pasando por la propia educación (sabiendo mantener los turnos), y llegando al interés (con preguntas y explicaciones).
La puesta en marcha de estas dos variables reconforta a la persona con la que estamos interactuando, ya que la atención recibida siempre es interpretada como que es importante para nosotros y nos preocupa aquello que siente o le está ocurriendo.
Ahora bien, de nada sirve todo lo anterior si no somos capaces de interpretar todas esas señales, la información y los sentimientos de la mejor manera. Ese es el factor diferencial, entender al otro y ponerse en su lugar, aceptando cuál es su posición y momento actual, independientemente de que estemos o no de acuerdo con ello, estamos hablando de tolerancia. No se trata de pensar lo mismo, se trata de saber cómo se siente para a partir de ahí desarrollar la posible conversación, ayuda o consejo desde un prisma mucho más poderoso.
Entender y tolerar
Normalmente si conseguimos llegar a entender y tolerar, tendremos la sensibilidad suficiente para apoyar a la persona con la que estamos interactuando. No por ello hay que darle la razón, pero sí al menos que sienta ese apoyo o ayuda emocional.
Somos seres sociales, y tener apoyos sólidos no sólo potencia las relaciones sino que fortalece la visión que tendrán de nosotros y visto desde otro punto, también potencia nuestra autoestima. Esa última cuestión, que puede parecer residual, no lo es. Y es que sentirse bien con uno mismo, no tiene que ir siempre ligado a mirarse el ombligo, y en este caso mirar hacia fuera, hacia el otro, es la clave.
Desarrollar una buena empatía es un ejercicio diario, que debe comenzar en la niñez. Es por eso que dar ejemplo a nivel familiar en este sentido es elemental. Desde la resolución de conflictos en el colegio, hasta ser mejor considerado, pasando por ayudar a los demás y saber negociar mejor, la empatía es una herramienta básica para enfrentarse a la vida de una forma más adaptativa y funcional.
Si comprendemos mejor nuestro entorno, podremos adaptarnos mejor a él. Parte de nuestro entorno son las personas que nos rodean, de forma que cultivar la empatía aumentará nuestra perspectiva y nos dará ventaja en la parte social.