Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la importancia de analizar bien todo lo que nos rodea de para adaptarnos y poder gestionarlo de la mejor manera.
“Yo soy yo y mis circunstancias” decía José Ortega y Gasset. Esta frase ha resonado y perdurado en el tiempo debido no sólo a su sabiduría, sino a su dosis de realidad. Y es que, independientemente de cómo seamos (todos tenemos virtudes y defectos), las circunstancias que nos rodean afectan de forma determinante a nuestro estado anímico.
Cuando las circunstancias son prósperas y parece que todo nos viene de cara, es relativamente sencillo dar una buena versión de nosotros mismos.
Cuando las circunstancias son negativas… normalmente todo se complica
La cuestión que hoy nos atañe es, en primer lugar, ser conscientes de nuestras circunstancias. Saber hasta qué punto dependen de nosotros ciertas situaciones para solucionarlas. Este análisis parece sencillo, pero en muchas ocasiones ser objetivo y racional se complica cuando nuestro estado emocional se ve afectado.
Analizar adecuadamente, tiene dos caras:
- Ver los problemas para poner en marcha posibles soluciones
- Aceptar situaciones en las que no tenemos capacidad de acción directa.
Ahora bien, podemos extrapolar este protocolo de actuación a las personas que nos rodean, teniendo que analizar de la mejor forma posible las circunstancias en las que están envueltas dichas personas. Y es que, este ejercicio de empatía es un factor diferencial para entender a los demás, pero no sólo para ello, sino para saber comunicarnos, ayudar, plantear críticas constructivas o simplemente escuchar y mostrar apoyo.
Si nosotros tenemos unas circunstancias, los demás también las tienen. Y este mundo viene marcado por la multicausalidad. De forma que la suma de “pequeñas circunstancias” a menudo se convierten en factores suficientemente potentes como para condicionar a las personas. Saber analizar va más allá de observar, supone ver con perspectiva. No es sencillo ver la suma de las partes. En otras ocasiones, una gran circunstancia (como una muerte repentina de un ser querido) puede ser más que suficiente como para que la persona se vea poderosamente afectada. En cualquier caso, si somos capaces de ver esto con antelación, tendremos la ventaja de saber cómo actuar con los demás, cómo ser de ayuda o cómo entender que no podemos hacer más que acompañar en un momento puntual.
Sea individual o colectivo, un buen análisis de la coyuntura siempre será una ventaja de cara a afrontar la realidad. A veces podrá ser dolorosa, pero dicha consciencia, en el fondo, nos ayudará a manejar nuestras acciones y adaptarnos más funcionalmente a la realidad que nos toque vivir en cada etapa de nuestras vidas.