Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la relevancia de cumplir con los objetivos que nos hemos propuesto para nosotros mismos.
Independientemente de que nos cueste más o menos, a todos nos gusta cumplir con nuestra palabra. Cuando quedamos con los demás tratamos de llegar a la hora acordada (mayoritariamente), del mismo modo nos esmeramos en realizar las tareas de nuestro trabajo o buscamos la manera de cumplir ayudando a quien se lo habíamos ofrecido. Detrás de estas conductas hay empatía hacia el otro, una conciencia de la situación y, por tanto, de que nuestras acciones hablan sobre nosotros. Es decir, cumplir objetivos o compromisos redunda en la imagen que tienen de nosotros, sobre todo en el aspecto ligado a la responsabilidad. Y no sólo eso, también influye en nuestra propia autovaloración.
No es por los demás, es por ti
Pero el tema de hoy no va tan ligado al cumplimiento de nuestra palabra con los demás, sino con nosotros mismos.
Nos referimos a todas esas propuestas y objetivos que nos marcamos de forma individual, sin que nadie más lo sepa, y que en muchas ocasiones no realizamos. Aparentemente, nadie se entera… pero ¡nosotros sí! Y concretamente una parte muy significativa: nuestra conciencia.
Nadie nos pone una pistola en la cabeza para fijar estas metas o pequeños objetivos a los que nos estamos refiriendo. Es más, en el momento de su puesta en marcha se ven como algo muy positivo. Pongamos el ejemplo de la persona que viendo que tiene la mañana del día siguiente libre piensa en levantarse temprano y salir a correr. Su idea le parece perfecta, pone el despertador y se acuesta. Ahora bien, cuando la alarma suena, de pronto, su idea ya no parece tan espectacular. Es más, le invaden pensamientos del tipo “continúa en la cama”, “apaga el despertador y sigue durmiendo”, “ya iré otro día”, “hace mucho frío”… Si la persona finalmente no va a correr, es muy probable que el resto del día se reproche no haberlo hecho. Nadie más lo sabe, pero… No ha cumplido consigo mismo.
Una cuestión de amor propio
En la medida en que seamos conscientes de la importancia de este tipo de situaciones, lograremos comprender que cumplir con nosotros una vez y otra, genera confianza, seguridad y respeto. Respetarnos a nosotros mismos es un ejercicio imprescindible para mejorar nuestra autoestima. Para que nuestra percepción propia sea más positiva. No estamos diciendo que sea sencillo, pero sí que podemos ser cautelosos a la hora de proponernos este tipo de metas, para que de alguna manera sean más sencillas de cumplir. Es lógico que haya excepciones, pero lo que no pueden primar son precisamente las excusas. Si lo pensamos bien, si queremos, siempre podemos ponernos una excusa. Otra cosas es que si profundizamos en el análisis caigamos en la cuenta de que son banales.
Nuestra autovaloración tiene que ver con la valoración de logro, y en este sentido, cumplir con nuestras metas tiene un efecto muy positivo en nuestro estado de ánimo, humor y confianza. No se trata de grandes conquistas, sino de continuas pequeñas victorias que alimenten nuestra seguridad.
Una conciencia tranquila, la satisfacción de cumplir nuestros objetivos, valorando así nuestro esfuerzo por conseguirlo es el mejor regalo para nuestra autoestima. Y para sentirnos seguros con retos más complejos.