Sobre el concepto de asertividad

Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, vamos hablar sobre cómo afrontar situaciones complicadas sin lamentarnos de no haber defendido nuestros derechos u opiniones.

Sabemos que la asertividad es la capacidad para defender nuestros derechos sin desproteger los de los demás. Por supuesto que la forma en la que hagamos dicha defensa tiene mucha importancia.

Hoy queremos hablar de cómo gestionar esas situaciones en las que, si tenemos una conducta pasiva (poco asertiva, en la que no nos hacemos respetar), terminaremos por lamentarnos de no haber hacho algo.

Cómo gestionar situaciones complicadas

Los frecuentísimos pensamientos “tenía que haberle dicho…”, “no tenía que haber permitido…”, “debo decir…”, etc. ¿Os suenan?

Primeramente debemos decir que es muy probable que nos lamentemos más de las decisiones que no tomemos que de las que tomemos. Asimismo es interesante pensar que determinadas decisiones, si no las tomamos, otros las tomarán por nosotros. Es decir, en la vida estamos abocados a tomar decisiones, si bien a las que nos referimos hoy, no van tanto a lo trascendental, sino a una defensa de nuestros intereses, forma de ver las cosas, opiniones o fomento de relaciones sanas.

La postura pasiva de no expresar nuestra manera de entender la realidad o decir lo que pensamos termina por condicionar nuestra forma de actuar y sobre todo nuestra seguridad, confianza y autoestima.

Es lógico que a lo largo de nuestro desarrollo seamos conscientes de que otra manera de actuar hubiese sido mejor. Ese aprendizaje nos lleva a implementar cambios y mejorar paulatinamente.

Ahora queremos referirnos a esas situaciones en las que nos cuesta ser asertivos… pero en las que si no lo somos terminarán por convertirse en quebraderos de cabeza.

Analiza cada detalle

El análisis que nos ayudará a comenzar el cambio tiene que ver con una profunda revisión de esas acciones en las que tenemos conductas pasivas. Analizar qué ocurre para no afrontarlas como es debido, bien sea por vergüenza, timidez, miedo, pena… Ver qué consecuencias nos traen a nivel emocional y por consiguiente cómo podemos resolverlas de otra manera para que sean diferentes.

Decir lo que pensamos de forma adecuada, con argumentos y razones y desde el respeto no tiene que ser una amenaza para los demás. Si no están de acuerdo, evidentemente es una opción, pero no estamos ofendiendo a nadie. Lo que estamos haciendo en defender nuestros derechos, hacer ver nuestras opiniones, expresarnos. Solo así los demás podrán conocernos y valorarnos.  

La correcta expresión de nuestros pensamientos conllevará avances en seguridad y confianza.

Pero sobre todo a no lamentarnos por no haber dicho, hecho u opinado.

En la vida hay miles de formas de entender las cosas. Acostumbrarnos a no defender la nuestra solo nos traerá dificultades.  Los demás nos quieren y valoran por cómo somos… pero si no lo hacemos ver, ¿cómo lo sabrán?

Aprender es un proceso vital. Cada día podemos hacerlo, para no repetir errores y seguir creciendo. Conlleva coherencia y consistencia, pero sobre todo actitud.

¿Te atreves a seguir creciendo?

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