La importancia de pedir y aceptar ayuda

Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, hoy os vamos a hablar sobre la importancia de saber pedir y aceptar ayuda.

Todos en algún momento vamos a necesitar ayuda a nivel práctico o emocional, en una cosa o en otra. Evidentemente, cuando somos pequeños, la necesidad de apoyo es constante, pues nuestra falta de experiencia no nos permite resolver todos aquellos retos a los que nos enfrentamos. Y es gracias a esa ayuda que nuestro aprendizaje se potencia y además entendemos la importancia del acompañamiento de los demás, sobre todo de nuestros cuidadores.  

Hoy, queremos referirnos a esa petición de ayuda que en la etapa adulta tiene un componente un poco más especial, puesto que en ocasiones nos genera cierta vergüenza o incomodidad, tenemos la mala costumbre de sentirnos débiles si pedimos ayuda, cuando pedirla es lo realmente valiente.

La realidad es que en muchas ocasiones las situaciones nos han superado, nos sentimos desbordados. Esto nos genera problemas, afectando a la estabilidad emocional.

En este sentido podemos estar hablando de un gran conglomerado de situaciones que pueden ir desde las adicciones a una ruptura sentimental, pasando por la gestión de un duelo, una discusión o una obsesión.

Hablamos de circunstancias incómodas, que pueden llegar a no ser fácilmente reconocibles, puesto que dicho reconocimiento y confrontación duele, llevándonos así a la evitación.

Existen muchas características de la personalidad que interfieren en estas peticiones de ayuda; como el orgullo, la vanidad, la tozudez, la inseguridad…

En cualquier caso, el sufrimiento por el que pasa el individuo es real y se encuentra en un momento en el que la visibilidad de la salida o solución no es nada clara.

Saber pedir ayuda es de sabios

Tener la capacidad de pedir ayuda solo puede partir de un punto: reconocer el problema. A partir de ese reconocimiento y el análisis de dicha situación debemos tratar de tener perspectiva, entendiendo que en ese momento puntual no estamos viendo soluciones y que debemos buscar en el exterior esa visión. Puede ser un familiar, un amigo, un profesional… La cuestión dependerá de lo que estemos tratando y su complejidad. Pero pedir ayuda solo puede ser visto como un signo de inteligencia, de querer superar un escollo, a sabiendas de que podemos encontrarnos dificultades que afecten a nuestro bienestar.

Si pedimos ayuda para cosas elementales como un cambio de aceite en nuestro coche, ¿por qué no lo hacemos ante otro tipo de circunstancias? No podemos tener siempre las herramientas de gestión necesarias, muy a nuestro pesar.

La vida es un proceso constante de aprendizaje, y saber pedir ayuda puede ser algo que agilice dicho proceso.

Tratar de hacer las cosas por nosotros mismos es algo positivo, faltaría más. Hay que intentar sacar adelante los distintos retos. Pero llegado un momento de atasco, pedir ayuda es una opción fantástica.

No todas las situaciones son iguales y debemos entender las diferencias. Si nos vemos inmersos en algo que nos supera, no debemos sentirnos mal o inferiores por pedir ayuda. Más si cabe cuando esto tiene que ver con la gestión de emociones. La visibilidad de la salud mental en los últimos tiempos ha permitido que muchas personas den este paso sin reparos, entendiendo que utilizar ciertas herramientas en nuestro favor es una gran idea que nos mejora. Dicha ayuda nos permitirá poder enfrentarnos a la situación con garantías y con mejores armas.

Y a ti, ¿te cuesta pedir ayuda?

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