
Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre las razones que llevan a algunas personas a querer agradar a padres por encima de todas las cosas.
Querer agradar a nuestros padres por encima de todo es un deseo profundamente humano, y tiene raíces emocionales, psicológicas y evolutivas. No es simplemente una cuestión de obediencia o costumbre: es una necesidad que nace desde la infancia y, en muchos casos, puede extenderse hasta la adultez. Os detallamos de dónde surge:
Necesidad de amor y aprobación
Desde pequeños, dependemos completamente de nuestros padres para sobrevivir, y esto nos lleva a buscar constantemente su aprobación. En términos psicológicos, el afecto y la aceptación parental son vínculos fundamentales para construir una autoestima saludable. Agradarles es, en muchos casos, nuestra forma de garantizar que nos quieran y nos cuiden.
Condicionamiento emocional
Muchos niños aprenden, de forma explícita o implícita, que el amor de sus padres puede ser condicional: «te quiero di te portas bien», «me haces feliz si sacas buenas notas», etc. Este tipo de mensajes genera una creencia inconsciente de que para ser valiosos, debemos cumplir expectativas. Con el tiempo, esto puede volverse una necesidad crónica de agradar a padres.
Idealización de la figura parental
Durante la infancia, los padres son percibidos como figuras casi infalibles. Esta idealización hace que su opinión pese mucho más que la de cualquier otra persona. Incluso cuando crecemos y comenzamos a desarrollar nuestro propio criterio, el deseo de ser reconocidos o validados por ellos puede permanecer.
Miedo al rechazo o al conflicto
Agradar puede convertirse en una forma de evitar el conflicto o el rechazo. Algunas personas, por historia familiar o por temperamento, desarrollan un estilo de relación más complaciente, priorizando el vínculo por encima de sus propias necesidades. Este patrón puede mantenerse si nunca se cuestiona.
Construcción de identidad dependiente
Cuando no se fomenta la autonomía emocional desde pequeños, es fácil que el “yo” se construya en función de lo que los otros —en especial los padres— quieren. Así, agradar a padres se vuelve una forma de sentirse válido, aunque implique dejar de lado deseos propios.
Reflexión final
Este deseo de agradar no es necesariamente negativo, pero puede volverse problemático si nos impide ser auténticos, tomar decisiones propias o poner límites. Trabajar en la autonomía emocional, aceptar que no siempre seremos comprendidos o aprobados, y construir un sentido del valor propio más allá de la mirada de los padres, es parte del crecimiento personal.