Problemas asociados al uso de la tecnología

En MA Psicólogos abordamos temas de actualidad para que estés informado sobre aspectos relevantes del mundo en que vivimos, poniendo énfasis en el nivel psicológico de los mismos. Hoy vamos a abordar las nuevas tecnologías, su uso y posibles problemas que pueden surgirnos debido a ello.

Vivimos en una era en la que las nuevas tecnologías son parte esencial de nuestras vidas, y como siempre, lo son para lo bueno y para lo malo. Existe una teoría que habla de que nuestro Smartphone puede ser el “quinto lóbulo cerebral” junto con el frontal, parietal, occipital y temporal. ¿Por qué? Pues evidentemente porque actualmente tenemos todo un mundo de conocimiento a un solo “clic”, con una inmediatez total, siendo capaces de resolver dudas, adquirir conocimientos y obtener información de casi cualquier tema. Nosotros tenemos la capacidad de usar ese dispositivo para mejorarnos, para resolvernos cuestiones y en definitiva para facilitarnos la vida y aumentar nuestro bienestar. Tenemos la oportunidad de relacionarnos con los otros de distintas formas, dando igual en qué punto del planeta estemos, compartiendo fotos, vídeos… las redes sociales.  Esto, que es, sin duda, un gran avance y algo muy positivo, también nos lleva a que se generen algunos problemas.

Rápidamente nos acostumbramos a lo inmediato, a tenerlo todo aquí y ahora, lo que hace que cada vez seamos más impacientes y toleremos peor la frustración. Esto está  ocurriendo con la nueva sociedad cibernética, en la que se están generando trastornos hasta ahora desconocidos, relacionados con el uso de redes sociales y nuevas tecnologías. Trastornos relacionados con la ansiedad,  que surgen de cosas tan comunes en la actualidad como verse obligado a contestar un mensaje al saberse leído por la otra persona,  no utilizar una aplicación al no poder afrontar una conversación o no querer que otras personas vean que estás utilizándola , entre otros muchos ejemplos. Problemas que hasta ahora no existían comienzan a marcar un nuevo rumbo, y debemos saber que hay que estar preparados para ello, comenzando por ser conscientes del momento tecnológico en el que nos encontramos, y de las habilidades necesarias para manejar todo esto.

Pero hay más, no sólo hablamos de trastornos de ansiedad per se, hablamos de autoestima, de seguridad en uno mismo, de confianza, de autoimagen corporal, de dependencia… todo depende de cuántos “me gusta” o “comentarios” consiga. Y sobre todo, a qué esté dispuesto a hacer para conPseguirlos. Otro problema es ese, el sentimiento de pertenencia. Hay que encajar. Y ahora ya no sólo sirve encajar en la realidad habitual, sino también en la virtual. Nuevos problemas para nuestros jóvenes, que en ocasiones sobrepasan sus capacidades para afrontarlos. Recordemos que los adolescentes no tienen una personalidad definida totalmente, que mayoritariamente reina la inseguridad y que dejarse influir por los demás es algo muy común. Es el sector poblacional que más usa estas tecnologías y a la vez el más afectado. Sería muy interesante que se les instruyese  en el buen uso de todas estas tecnologías para prevenir posibles problemas, pero es algo que no está ocurriendo.

Y no sólo son los adolescentes quienes están expuestos a estos problemas. Todos nosotros lo estamos, sobre todo en una faceta hasta ahora muy valorada en nuestra sociedad: la privacidad. De ahí la importancia de saber primero, cómo utilizar toda esta tecnología, qué quiero mostrar, hasta dónde estoy dispuesto a llegar, qué límites puedo poner…

Sin duda la tecnología bien utilizada es un paso increíble para facilitar muchos aspectos de nuestras vidas. Debemos realizar un análisis personal acerca del uso que queremos hacer y del que estamos haciendo. Tomar las riendas, saber a qué nos exponemos y que posibles complicaciones pueden surgir. Cuanto más control tengamos de la situación, mejor podremos manejarla.

Terminamos con un pequeño ejemplo de cómo han cambiado las cosas en muy poco tiempo. Hace no muchos años, una pareja de novios que vivían en distintas poblaciones, tenían que mandar cartas para poder comunicarse. Esa carta tardaba una serie de días en llegar, tenía que ser recibida y leída. A partir de ahí se producía (si se diese el caso) la contestación, haciendo el camino inverso. Todo esto, fomentaba la paciencia, la tolerancia a la frustración, la ilusión…  Hoy en día mandamos un mensaje en cualquier momento a cualquier lugar, y es inmediato. Y esto es un gran avance, algo impresionante. Pero no seamos cínicos y démonos cuenta de que esto está generando problemas debido al mal uso o mala interpretación. ¿Cuántos jóvenes (o no tan jóvenes) han discutido por no haber recibido respuesta de su pareja sabiendo que habían sido leídos?

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