Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a abordar la necesidad de gustar a los demás relacionándolo con el auge de las redes sociales.
Es cierto que a todos nos gusta gustar, ser halagados o que los demás nos digan cosas buenas. Pero a la vez que esto es así, no es menos cierto que es imposible gustarle a todo el mundo. Y esto, puede llevarnos a tener algún que otro problema.
El tema del “qué dirán” siempre ha estado presente, ya que siempre los demás van a tener una opinión acerca de nosotros. Esto siempre ha sido una lucha más o menos fuerte, pero en el momento actual, se ha potenciado muy fuertemente, y en ello tienen mucho que ver las redes sociales.
Tratamos de mostrar nuestra mejor cara, nuestros viajes, lo intrépidos que somos, las comidas que probamos o los maravillosos momentos que pasamos… Y esto, en ocasiones se convierte en una lucha para que los demás interpreten nuestras vidas como algo genial. Queremos mostrar lo mejor de nosotros mismos, pero a veces, esto genera problemas internos, al preocuparse más de eso que del propio disfrute. Lo estamos viendo de forma radical a través de casos de “influencers” e “instagramers” que terminan por suicidarse al no poder mantener este ritmo constante de muestra y evaluación de sus vidas.
No sólo eso, deseamos la aprobación a través de “me gusta” o “comentarios”. Todo esto fomenta y aumenta la necesidad de gustar a los demás. Ya no compartimos nuestro contenido para mostrar algo sin más, sino que buscamos que guste.
Se nos está olvidando que no podemos gustar a todo el mundo, y eso nos lleva a ser más superficiales y preocuparnos más del resultado de nuestro contendido compartido que del grado de disfrute personal vivido con él. Esto no es una crítica a las redes sociales, ya que tienen un montón de características positivas. Es un alegato más bien por el sano uso de ellas, que nos lleve a disfrutar más de nuestras vidas y de nuestros contenidos compartidos con nuestros seres queridos, amigos y demás.
Recuerda: lo virtual no es la vida real
¿Qué podemos hacer? Para empezar tener más que claro que lo virtual no es la vida real. Es una plataforma donde mostramos aspectos de nuestras vidas pero no lo es todo. Debemos controlar la situación, eliminando situaciones de incertidumbre que nos generen malestar. Entender que la importancia que a veces damos a ciertos aspectos de las redes sociales no debería ser tan determinante, y que lo “sano” sería tener ese aspecto como un hobbie y no una obsesión o necesidad constante. Vivir los momentos, disfrutarlos, compartirlos en la vida real con quienes estemos. Y sí, si además es posible y nos apetece, compartirlo en las redes sociales, pero no como esclavos, sino como personas libres.
La tecnología nos ayuda en muchas ocasiones, nos permite hablar con gente a miles de kilómetros, saber de nuestras amistades… Pero también a veces saca a relucir aspectos negativos que podemos controlar con acciones tan simples como las anteriormente comentadas. Al final, lo más importante es estar a gusto con la proyección que hacemos a los demás de nuestra persona, de nuestro yo. Y eso se consigue siendo día a día consistentes con nosotros mismos. Mayoritariamente, los demás verán cosas positivas, pero debemos recordar que no siempre les gustaremos a todos. Esto también ocurrirá en el mundo virtual. Así pues, partamos de ese punto para vivir de la mejor forma nuestra realidad. ¿Te atreves a intentarlo?