Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar de la importancia de saber esperar en determinados momentos de nuestras vidas a recibir ciertas noticias que pueden ser clave para nuestro futuro.
Como sabemos, la incertidumbre no es una de nuestras compañeras más agradables en el viaje de la vida. Siempre que experimentamos esta sensación, la ansiedad hace acto de presencia (dependiendo en el grado), y sobre todo nuestra sensación de control de las situaciones disminuye. Al margen de esta realidad, lo que está claro es que en nuestra vida cotidiana nos vamos encontrando con situaciones ante las cuales no nos queda más remedio que esperar para saber qué va a ocurrir.
Ya bien sea un examen, una resolución judicial, saber si vamos a tener un niño o una niña, si nos contratan para un trabajo… La incertidumbre cobra una especial relevancia, repercutiendo directamente sobre nuestro estado de ánimo, motivación y situación general. Si nos paramos a pensar, y utilizando el concepto señalado anteriormente de sensación de control, poco podemos hacer. Por mucho que hagamos después de un examen, por muy claras que tengamos las respuestas, explicaciones y demás… no podemos hacer nada que influya en el resultado final. Sin embargo, en nuestros pensamientos son todo incógnitas y elucubraciones acerca de qué va a suceder, qué vamos a sacar, etc. Cada persona hace esto de una manera, y en estos pensamientos es especialmente relevante la experiencia de cada individuo, pues determinará la actitud frente a la situación. Habrá visiones más optimistas, más pesimistas, catastrofistas por completo… todo dependerá de la perspectiva de la persona.
¿Qué podemos hacer ante situaciones de incertidumbre?
Si nos paramos a pensar, hagamos lo que hagamos, nuestra sensación de control va a ser nula, ya que objetivamente no podemos hacer nada. Entonces… ¿qué podemos hacer? Principalmente dos cosas, la primera va encaminada a anticiparnos a esa situación y de esta manera controlar mejor el posible resultado. Si queremos disminuir la ansiedad e incertidumbre ante un resultado hay que fomentar el control en la realización de la tarea en sí (sea un examen, una entrevista de trabajo…). Ese control pasa por la motivación para el sacrificio en la preparación de la misma, la anticipación a la tarea en sí, las posibles opciones que pueden darse durante la misma, la visualización del escenario en el que vamos a encontrarnos… Es decir, cuanto más control tengamos ante la situación que vamos a vivir, mejor podremos resolverla, por más que vaya a haber variables que no podamos controlar al 100%. Si somos capaces de trabajar bien en este sentido, y conseguir sensación de control, una vez hecha la tarea, sólo nos quedará esa fase de espera de la que hablábamos antes. Esa espera ya no será tan preocupante, pues hemos trabajado en ella de una manera que nos tranquiliza y por tanto reduce la incertidumbre. No sabremos el resultado ciertamente, pero tendremos una idea más exacta de lo que puede llegar a pasar, conociendo las posibles opciones y circunstancias de una forma más consciente. Existirá cierta incertidumbre, pero trataremos de que no se apodere de nosotros.
La segunda variable a trabajar y muy ligada a la primera es trabajar en la aceptación de la situación. Esto es, en la duración de los plazos de resolución y en la tranquilidad en cuanto a la trascendencia de nuestros actos sobre todo teniendo en cuenta que no tienen repercusión alguna sobre el resultado final. En ese momento de espera no podemos hacer más, ya nos hemos enfrentado a la situación o trabajado para la consecución del objetivo.
“La suerte está echada” o “alea iacta est” nos ilustra todo lo anterior. Hemos hecho nuestro trabajo, disfrutemos de ello y veamos qué ocurre a partir de aquí. Un trabajo bien hecho, o un buen enfrentamiento a una situación merecen reconocimiento. Evidentemente, una vez que tengamos el resultado, sí que podremos volver a tener ciertas opciones de reacción.
¿Te atreves a ponerlo en práctica?