Cómo mantener las formas y la compostura

Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos vamos a hablar sobre la importancia de mantener las formas y la compostura con personas con las que no tenemos buena afinidad.

Desde el comienzo de los tiempos ha ocurrido, personas que por la razón que sea no se llevan bien o no tienen buena afinidad entre sí. Esto, en muchas ocasiones se ha resuelto en forma de conflicto, pero no siempre ha sido así ni tiene que serlo.

Llevándolo a la actualidad y en un plano real y funcional, todos somos conscientes de que hay personas que están en nuestro trabajo, familia, amigos, grupo de actividades… que no son de nuestro agrado. Sin embargo, forman parte de nuestra realidad, y no solo eso, teniendo en cuenta que vivimos en sociedad, debemos aprender a gestionar estas circunstancias. Tenemos que distinguir en este punto cuando existe la posibilidad de alejar a estas personas de nuestras vidas debido a que no influyen en otras partes de las organizaciones a las que pertenecemos, y por tanto suponen decisiones personales, y cuando no es posible hacerlo por la idiosincrasia de la situación.

No le podemos gustar a todo el mundo, es algo básico a la hora de entender las relaciones humanas. Por ello, nos puede ocurrir lo mismo con los demás. Hay algo que está por encima de ello, el respeto, las formas y la cordialidad. Aquí comienzan las claves para mejorar en este tipo de situaciones. No tenemos porqué relacionarnos de forma íntima con todo el mundo, ni siquiera existe la necesidad de crear relaciones de confianza con gente que no nos interesa. Ahora bien, cuando compartimos espacios y hay más personas de por medio, al menos debemos mantener ciertos códigos. Códigos como la compostura, la educación o el respeto. Estos códigos en ningún caso se ponen en marcha para agradar al resto, sino por una cuestión individual, de conciencia y de valores conforme al tipo personas que queremos ser. No es necesario interactuar con todo el mundo profundamente, sobre todo cuando no hay una buena afinidad. Sin embargo hacer gala de un buen control de este tipo de circunstancias habla bien sobre nuestro manejo y gestión emocional.

Somos libre de mantener el tipo de  relaciones sociales que queramos, del mismo modo que debemos comprender el modus operandi de ciertos aspectos de la sociedad. Podemos tener un compañero de trabajo insoportable, pero nuestros objetivos laborales están por encima de nuestra relación. Podemos tener un grupo amplio de amigos maravilloso, aunque haya una persona dentro del mismo que no nos guste. Es cuestión de actitud y de valorar de forma positiva este tipo de situaciones. De entender, a gran nivel y con perspectiva las diferencias individuales y la necesidad de poder convivir de forma adecuada con los demás. En vez de centrarnos de forma exclusiva en esa persona que no nos gusta, centrarnos en los que sí. Porque es ahí, en esa atención selectiva donde se marca la diferencia. De esta forma atendemos de forma empática, tolerando nuestra frustración a los gustos de los demás. La variedad de intereses, formas de ser, personalidades… deben ser entendidos por encima de una persona individual concreta.

Vivir en sociedad tiene pros y contras, sin duda estamos preparados para hacerlo, aunque a veces conlleve un fuerte esfuerzo emocional. No solo estaremos mejor de forma individual, sino que el resto valorará nuestro comportamiento de forma positiva. ¿Te atreves a intentarlo’

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