Desde MA Psicólogos, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la cuestión de no dar por hecho nuestra salud.
En un mundo lleno de preocupaciones, a veces cometemos el error de dar por hecho que tenemos ciertas cuestiones cubiertas, y por eso no las valoramos como debiéramos. Es curioso que, cuando hablamos de los deseos para un nuevo año, éstos cambian según el rango de edad que ocupemos. Los más jóvenes pedirán cosas como aprobar, el amor, viajar, trabajo… Sin embargo las personas mayores, y sobre todo los ancianos, suelen pedir salud. No es ninguna casualidad. Son plenamente conscientes de la importancia que esto tiene. La realidad es que no hace falta ser ancianos para ello. Las personas que han tenido problemas de salud o han perdido a seres cercanos por ello suelen tenerlo muy en cuenta.
Si analizamos la vida de una manera estricta, el factor más determinante para existir es la salud. Lo damos por hecho, pero no estaría de más ver que en esta variable hay dos vertientes. Por un lado nos encontramos con la salud física, esto es, la que tiene que ver con nuestro cuerpo. Hablamos de enfermedades, dolores… Algo a cuidar y poner nuestra atención, ya que gracias a tener en buen estado dicha cuestión podremos enfrentarnos al resto de circunstancias. Ocuparnos de ello pasa por estar atentos a nuestros síntomas, ser conocedores de nuestro estado, cuidar nuestra alimentación y hábitos saludables… Por el otro lado está nuestra salud mental. Al igual que pasa con la cuestión física, cuando las cosas marchan bien a nivel psicológico, damos por hecho que tiene y que además va a ser siempre así. Sólo cuando somos conscientes de la importancia real que tiene una salud mental entendemos la necesidad de cuidarla. Es una lástima que para que esto sea así en la mayoría de las ocasiones tengamos que pasar por el sufrimiento previamente, de modo que potenciar la educación y sensibilidad en este ámbito sería de gran ayuda.
La complejidad de nuestra salud a nivel mental entraña muchísimas cuestiones, desde nuestras personalidad a nuestras circunstancias personales, pasando por eventos o hitos críticos en nuestras vidas. Siendo conocedores y conscientes de ello, debemos fomentar una buena educación para que desde la niñez se comprenda la importancia de tratar las cosas de forma adecuada, y que buscar soluciones en lugar de centrarse exclusivamente en los problemas es el camino para solventar dificultades. Entender las dificultades como parte del camino, aceptando su existencia pero siempre valorando nuestra capacidad de enfrentamiento y adaptación para tener funcionalidad. Por otro lado, como seres sociales que somos, entender nuestro papel activo de ayuda con nuestros iguales. La escucha, la solidaridad y empatía, son elementos indispensables para afrontar esas dificultades que estarán en nuestra ruta. Si fomentamos estas variables, muchas otras se fortalecerán, haciéndonos más resilientes.
Somos más capaces de lo que creemos a la hora de enfrentarnos a momentos difíciles, no debemos olvidarnos de ello. Si llegamos a un punto en el que creamos no poder superar una situación, no hay nada más inteligente que saber pedir ayuda.
Debemos valorar y fomentar nuestra salud, ¿te atreves a intentarlo?