Qué es la distorsión cognitiva

Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la distorsión cognitiva: falacia de recompensa divina.

Una distorsión cognitiva no es otra cosa que una manera errónea de procesar la información, es decir, una interpretación negativa de lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto suele generar consecuencias negativas, como pesimismo, depresión, ansiedad… pero tratadas de la manera adecuada, pueden tener solución.

La falacia de recompensa divina

Hoy nos vamos a fijar en la falacia de recompensa divina. Esa distorsión consiste en la tendencia a no buscar solución a los problemas y dificultades suponiendo que la situación mejorará mágicamente en el futuro, o que tendremos una recompensa en el futuro si se deja como está. Creer que los problemas se solucionarán por si solos.

Por más que nos neguemos la existencia de ciertos problemas, si existen y no nos centramos en sus soluciones, es muy probable que continúen ahí o incluso se agraven.

Pensar que se resolverán de forma mágica, no solo es una manera poco realista de plantearnos la vida, sino que también elimina de la ecuación nuestro poder de acción, haciéndonos caer en muchas ocasiones en el victimismo y evitando que creamos en nuestras capacidades.

¿Cómo superarlo?

El primer paso para superarlo consiste en aceptar la situación y definir correctamente el problema. Esto que parece muy sencillo, tiene detrás variables como la responsabilidad, visión con perspectiva o seguridad de cara a afrontar distintas situaciones.

Una vez aceptado el problema, el siguiente paso tiene que ver con cambiar nuestro foco de atención del  problema en si, a las soluciones. En este proceso hay que analizar si nosotros podemos hacer algo para cambiar dicha circunstancia o si necesitamos ayuda externa. Si nosotros podemos hacer algo, necesitamos la motivación suficiente para ponernos en marcha. Por tanto, nuestra actitud cobra una relevancia determinante.

Análisis y anticipación

A partir de ahí, debemos analizar y anticiparnos para saber qué pasos dar.

Del mismo modo, si tenemos que buscar ayuda, seguiremos teniendo un papel importante de cara a una correcta gestión del momento.

Sea como fuere, estamos asumiendo nuestra parte de responsabilidad, y esto alimenta nuestra sensación de capacidad, seguridad y confianza de cara al enfrentamiento de la realidad.

Veamos el ejemplo de una nevera que no funciona. Hay muchas maneras de enfrentarnos a ello, pero si creemos que mágicamente se arreglará durante la noche, tenemos todas las posibilidades de que no termine cumpliéndose. Tendremos que decidir si vamos a intentar arreglarla nosotros, llamar a un técnico, comprar una nueva debido a su antigüedad, etc.

En este tipo de problemas solemos ver mucho mejor que el afrontamiento es más que necesario. Sin embargo, en cuestiones que tienen un componente emocional o relacional, solemos postergar o creer que las soluciones surgirán espontáneamente.

Lo cierto es que la mejor manera de resolver algo es centrarse en ello, con la búsqueda activa de las soluciones, asumiendo que siempre conllevan un esfuerzo emocional que supone cierto desgaste.

Aceptar ese desgaste es algo que bien analizado, a la larga nos dará muchas más alegrías. Depender de nuestras acciones y afrontamientos es algo vital para que la incertidumbre no sea el factor reinante en nuestras vidas. Saber que podemos, que tenemos las habilidades necesarias y que vamos a afrontar las dificultades de la mejor manera, es herramienta esencial para nuestra autoestima y para una mejor valoración por parte de los demás.

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