Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre el estrés postraumático y sus principales características.
El trastorno de estrés postraumático consiste en un daño a nivel mental desencadenado tras haber experimentado o presenciado algún evento impactante o aterrador.
Sentir cierto temor después de situaciones peligrosas es normal, que el miedo tiene ese componente adaptativo que nos ayuda a sobrevivir, protegiéndonos instintivamente del peligro.
Ahora bien, cuando hablamos de estrés postraumático nos referimos a algo más, algo prolongado en el tiempo donde los síntomas lejos de desaparecer, se convierten en elementos perturbadores que condicionan el día a día de la persona hasta tal punto que su funcionalidad se ve afectada.
Cómo detectar el estrés postraumático
La principal sintomatología, que tiene que darse al menos durante un mes para que hablemos propiamente de este trastorno y que puede comenzar a los 3 meses o más tarde a partir del hecho traumático, sería:
-La reviviscencia. Nos estamos refiriendo a recuerdos intrusivos que interfieren en la cotidianeidad de la persona, flashbacks o pensamientos anticipatorios, también son comunes las pesadillas.
-La hipervigilancia de circunstancias relacionadas con el hecho traumático
-La evitación, evasión o huída. Se evitan lugares, eventos, objetos…).
Cómo enfocar la solución al estrés postraumático
Todo esto tiene consecuencias en el estado de ánimo del afectado/a: angustia, pensamientos negativos y disfuncionalidad y a nivel sintomatología física, por toda esta afección ansiógena y estresante.
Parece que cuando hablamos de este trastorno lo primero que nos viene a la cabeza son los veteranos de guerra, ya que suponen el ejemplo clásico al respecto. Pero lo cierto es que existen infinidad de situaciones mucho más habituales que pueden desencadenarlo, que van desde robos, a accidentes, pasando por desastres naturales, violaciones, abusos de cualquier tipo, acosos…
La principal prevención que podría ser de ayuda en estos casos tendría que ver, como comienzo en recibir apoyo, comprensión y consejo después de sufrir cualquiera de las anteriores circunstancias comentadas. Esto quiere decir que hacer como que nada ha ocurrido no es para nada aconsejable. La ayuda profesional puede ser la mejor baza, y no debe dudarse en pedirla llegado el caso. Estamos hablando de un trastorno muy incapacitante que puede llegar a condicionar nuestras vidas, pero que tiene tratamiento (que puede ser multidisciplinar habitualmente) y salida.
Saber todo lo anteriormente mencionado a nivel sintomatológico y definitorio como trastorno en sí es cuestión imprescindible para ser conscientes de qué ocurre y cómo se puede encarar. No debe ser un tabú, ya que debemos ser conocedores de que hablamos de una dolencia que tiende a aislar a la persona, reduciendo su actividad, sociabilidad y funcionalidad.