Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en niños, adolescentes y adultos, vamos a hablar sobre la desrealización.
Para entrar en materia, debemos decir que la desrealización consiste en la percepción por parte del sujeto de que lo que está viviendo no es real.
Hablamos de una alteración pasajera en la que el mundo externo parece extraño y sin matices, y por tanto el individuo sufre malestar y pérdida de funcionalidad.
Este tipo de sintomatología es frecuente en algunos trastornos, muchos de ellos ligados a la ansiedad, como en el trastorno de estrés postraumático o los ataques de pánico. No debemos confundirlo con otras cuestiones relacionadas con el psicoticismo, ya que en ellos se producen alucinaciones y delirios, mientras que en la desrealización el individuo sabe que su percepción es irreal.
Afecta a la percepción del mundo
Dicha sensación de irrealidad es una alteración momentánea, percibe una desconexión de su entorno, desde el punto de vista emocional, o con la sensación de estar en una especie de ensoñación.
Esta distorsión en la percepción, que abarca tanto a personas como objetos, puede llegar a ser un trastorno en sí mismo denominado “trastorno de despersonalización”. Es por tanto, por definición, un trastorno disociativo, que supone una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, entornos e individuos.
Desde el ámbito científico se insiste en que generalmente consiste en una reacción a un trauma, aunque existe etimología médica, como parte de trastornos del sueño o como respuesta al consumo de sustancias.
Es un problema curable
Cuando hablamos de trauma, nos referimos a acontecimientos estresantes graves, que pueden ir desde el maltrato a experiencias emocionales duras. Si descartamos la parte médica (en ocasiones relacionada con la epilepsia), o la relativa al consumo de sustancias, entraríamos en el terreno propiamente terapéutico donde el tratamiento iría enfocado a las cuestiones emocionales desencadenantes de la situación. Normalmente el tratamiento psicoterapéutico tiene eficacia, aunque en ocasiones puede coexistir con un abordaje multidisciplinar médico.
La desrealización se vive a nivel sintomatológico como esa sensación de desconexión del propio cuerpo, de la mente o de las sensaciones. También puede darse una desconexión ambiental, del entorno más inmediato, sean personas u objetos. Muchos pacientes lo describen como una especie de sueño o nebulosa donde el mundo parece artificial o sin vida. Las alteraciones temporales suelen ser frecuentes, todo puede ir más lento o más rápido. Esto provoca gran temor, pudiendo llegar a creer que no se podrá salir de este estado jamás, o que se tiene una lesión irreparable. Eso sí, las personas que viven estos síntomas son conscientes en todo momento de que sus experiencias no son reales, razón que diferencia, como anticipábamos anteriormente, de los trastornos de índole psicótica, en los que no hay conciencia de disfuncionalidad ni trastorno.
Ser conocedores de todas estas características nos permitirá tomar conciencia de la desrealización. Así puede pasar de verse como algo aterrador por parte de la persona afectada a algo con explicación, diagnóstico y tratamiento. Buscar soluciones encaminadas al enfrentamiento de sus síntomas marcará la diferencia en la funcionalidad y bienestar de la persona.