Hay guerra: cómo gestionar las emociones

Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, hoy vamos a hablar sobre cómo gestionar nuestras emociones en una situación de guerra (puesto que aunque nos encontremos en la lejanía nos supone un impacto emocional).

Estamos asistiendo a una situación excepcional de guerra, a la que la gran mayoría nunca pensamos asistir. Rusia está atacando Ucrania y el mundo entero lo estamos viendo en tiempo real. No pretendemos realizar un análisis geopolítico, vamos a ocuparnos de cómo gestionar nuestras emociones al respecto.

Una situación de estas características, lo primero que genera es incertidumbre. No sabemos lo que va a ocurrir, y esta falta de control nos genera pensamientos y anticipaciones negativas… Ansiedad.

La falta de control unida a una gran sobreinformación suponen un cóctel que poco ayuda a la gestión emocional. En una era en la que tenemos acceso directo al minuto a minuto del proceso, nos encontramos totalmente expuestos. Vemos impactantes imágenes de las víctimas, testimonios, paisajes desoladores… y nuestra empatía se agudiza.

Así pues, asistimos a un conflicto lejano, pero que en nuestro día a día nos toca de cerca.

Como personas no nos es fácil aceptar esta barbarie

El primer planteamiento para gestionar nuestras emociones es que el tema no se convierta en nuestro “monotema”. Recientemente hemos tenido la experiencia del coronavirus y si algo hemos aprendido es que la sobreexposición mediática no ayuda.

No se trata de aislarnos y no ver nada. Se trata de ser conscientes de que existe un término medio entre estar informados y sobrepasarnos.

Los medios de comunicación ofrecen continuamente la evolución del proceso, pero eso no significa que no podamos estar atentos a otras cosas de nuestra vida cotidiana en las que precisamente si podemos intervenir.

Y es que, el siguiente paso es preguntarnos qué podemos hacer. Es decir, si desde nuestra posición podemos actuar y cambiar el devenir de la misma. Tristemente y por desgracia no podemos hacer mucho al respecto de que un país decida invadir y atacar a otro. Debemos trabajar en aceptar lo que está ocurriendo. No hablamos de estar de acuerdo, sino de aceptar una circunstancia que no sólo no nos gusta, sino que nos frustra y entristece. Debemos entender la diferencia entre nuestras emociones (las que estamos sintiendo al ver algo tan desagradable) y nuestra racionalidad. Si queremos ser de alguna ayuda debemos preguntarnos si realmente podemos hacer algo. Y claro que podemos, aunque a una escala mucho menor de lo que nos gustaría.

Podemos explicar a nuestros hijos lo que ocurre

Sensibilizarnos con el momento histórico, ver cómo colaborar: enviar dinero, medicamentos, comida o ropa al lugar. Existen un montón de organizaciones que se han puesto manos a la obra.

Sabemos que no es consuelo, pero si realmente queremos aportar nuestro granito de arena, es posible. Otra cosa es que la solidaridad no nos resulte suficiente.

En muchos ámbitos de nuestras vidas no sabemos lo que va a ocurrir y tenemos que lidiar con ello. Esta situación sigue esa dinámica, pero con un plus de crudeza. No somos robots, sentimos. Pero ser capaces de gestionar esto va más allá.

Estamos asistiendo a la peor cara del ser humano… pero también a la mejor, puesto que el mundo se vuelca también en esa solidaridad.

Reflexionar sobre ello puede ser positivo, pero aceptando nuestras posibilidades reales. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. No debemos mirar a otro lado, sino afrontar la situación, pero tratando de hacerlo una manera en la que nuestra gestión emocional nos ayude mentalmente, en lugar de hundirnos presa del miedo.

Como siempre os decimos, el miedo nos bloquea imposibilitándonos avanzar, mejorar, solucionar. No dejemos que la incertidumbre se convierta en miedo irracional. Luchemos por ser humanos, solidarios y consientes de los errores que no deberían repetirse.

Deja un comentario