Desde MA Psicólogos Oviedo, centro psicológico especialista en terapia para niños, adolescentes y adultos, en la línea de artículos anteriores seguimos reflexionando sobre la importancia que tiene la infancia en nuestra vida adulta y sus repercusiones. Aludimos en este caso a los traumas, algo que se trabaja frecuentemente en nuestro centro psicológico en Oviedo.
Una infancia dura o difícil deja marca. Una marca quizás no visible como las cicatrices físicas, pero que sin duda formará parte del resto de nuestra vida. No en todas las ocasiones la condicionará para mal, pero la tendencia que marcan los estudios sobre la materia reflejan que suele ser nociva.
Tendemos a creer que tienen que ser experiencias vividas en primera persona por el niño, pero también pueden ser situaciones presenciadas. La cuestión es que este tipo de circunstancias de alguna manera sobrepasen y desborden al niño sin saber muy bien cómo interpretarlas y generando un problema, que podrá llegar a la categoría de trauma dependiendo de su relevancia y poder.
Si tenemos que hablar de un trauma infantil por excelencia, debemos hacer referencia a lo que un niño considera más importante: sus padres o cuidadores. Estamos hablando de situaciones anómalas en la crianza que interfieren en la creación de lazos o vínculos afectivos, donde la violencia, abusos o desatenciones forman parte del día a día y que por supuesto afectan gravemente al menor. En este apartado entrarían todo tipo de traumas ligados a los problemas en el núcleo familiar.
Separaciones, divorcios…
En MA Psicólogos Oviedo, sabemos por nuestra experiencia en terapia que una separación o divorcio, por ejemplo, también influye decisivamente en el desarrollo del menor y que dependiendo de cómo se lleve a cabo tendrá un grado de afectación mayor o menor.
Cuando sufrimos problemas durante la infancia, no tenemos un manual a nuestra disposición para salir de ellos. Vamos creando estrategias en la medida de lo posible para poder enfrentarlos, y es posible que esas estrategias no sean las más adecuadas, pero son las únicas que conocemos.
Si no se produce un proceso de aprendizaje correcto, existe la posibilidad de que en nuestra vida adulta utilicemos los únicos mecanismos que conozcamos. O aún algo más peligroso: que repitamos lo que hayamos visto en nuestros progenitores creyendo que “es lo que hay que hacer”.
A esto hay que añadir las situaciones que vive el niño con sus iguales, desde hermanos, compañeros de colegio, deporte… donde por supuesto también hay riesgos. Qué decir del acoso escolar, bullying, o ya en nuestra era el ciber-bullying… Circunstancias en las que un problema repetido en el tiempo puede condicionar el desarrollo de la personalidad del niño, posibilitando la aparición de trastornos presentes y futuros.
Cuestiones que pueden ser vistas como irrelevantes o insignificantes en ocasiones por parte del adulto, pero que pueden ser determinantes para el niño.
La prevención y educación en este sentido son clave, y aunque se ha hecho mucho, aún queda camino por andar.
Los traumas en la infancia tienen muchas repercusiones potenciales en la edad adulta. Una de las más habituales es la tendencia a mostrar problemas de vinculación social (desde la agresividad a la frialdad), relaciones tóxicas o de dependencia, miedos, baja autoestima…
Todas ellas pueden ser tratadas en la edad adulta, un buen trabajo en terapia nos ayudará a gestionarlo. Pero supondrá un esfuerzo y trabajo por parte de la persona, requiriendo reordenar y analizar con otra mirada esos sucesos pasados.
Sea de forma autónoma o a través del asesoramiento profesional (probablemente lo más indicado), siempre es muy positivo tratar con perspectiva asuntos arraigados en nuestras emociones más tempranas que nos hayan generado o generen problemas.
En MA Psicólogos Oviedo, sabemos que a priori no es lo más agradable del mundo, sino más bien doloroso. Pero si no se afronta es doloroso igualmente y afrontarlo tendrá consecuencias muy positivas, y la posibilidad de llevar una vida mejor siempre merece la pena.
Así que os animamos a enfrentarlo, dejando los miedos atrás y apostando por una vida plena.