Desde MA Psicólogos Oviedo, especialistas en terapia para niños, adolescentes y adultos, os vamos a hablar sobre la sobreprotección en la infancia y las consecuencias que conlleva.
Durante la infancia, una de las misiones de los padres o tutores es proteger a sus hijos. Protección que va ligada a la seguridad y confianza que generan sus vínculos afectivos y los tipos de apego que se generen en las relaciones materno y paterno filiales, siendo el apego seguro el más beneficioso para el niño. De los tipos de apego también os hemos hablado con anterioridad, dejando de manifiesto la gran influencia que suponen.
Como ya hemos comprobado en MA Psicólogos Oviedo en muchas ocasiones, suele ocurrir que los progenitores se propasan en esa protección yendo más allá, y generando la no tan deseada sobreprotección.
La sobreprotección como término nos define ese tipo de cuidados excesivos en los que el adulto está demasiado preocupado por las consecuencias de cualquier situación y no deja al menor enfrentarse por sí mismo a la realidad. Esa realidad a la que, por otro lado, tarde o temprano tendrá que enfrentarse, posiblemente en inferioridad de condiciones debido a esa sobreprotección. Ya que si se sobreprotege se bloquea el aprendizaje experiencial y en muchas ocasiones se generan o contagian miedos.
Proteger es ese elemento básico para crecer como mencionábamos antes. Sentirse protegido nos permitirá crecer como individuos pudiendo desarrollar las competencias necesarias en cada etapa vital, dando pasos hacia delante y afrontando los retos oportunos. Acompañados en ocasiones y solos en otras.
Pero sobreproteger es bien distinto, ¿qué ocurre si no nos dejan afrontar ningún tipo de reto? ¿Qué ocurre si nos los resuelven o eliminan?
Estamos hablando de la diferencia entre los padres que nos guían en nuestro camino a los padres que nos resuelven o esconden los problemas.
Una de las características de la sobreprotección que debemos tener en cuenta es la proyección de los miedos del adulto y la necesidad de control, en la que sintiéndose temeroso de que le ocurra algo al niño, le niega la oportunidad de experimentar. Creyendo que le protege y en MA Psicólogos Oviedo sabemos que con la mejor intención, le hace en realidad débil e inexperto, porque lo ideal es guiarle y educarle, fomentando que paulatinamente se enfrente a la vida.
Con sobreprotección el niño no aprende
Si el niño no hace no se equivoca, y equivocarse es elemental en la vida.
Por supuesto, si hablamos de la ausencia de aprendizaje por falta de enfrentamiento a situaciones, hablamos de un gran hándicap para ese niño en su presente, pero también en su futuro. Se hacen las cosas por él, creyendo hacerle un favor, cuando conseguimos todo lo contrario. Los padres creen demostrar mucho amor de esta manera, pero querer adecuadamente significa otra cosa. De hecho, de esta manera se están enviando mensajes de inseguridad al menor, tanto por el “terrible mundo” que hay ahí fuera como por sus pobres competencias que le impiden afrontarlo.
La consecuencia que más hemos observado en MA Psicólogos Oviedo, viene dada por niños con poca seguridad y confianza que redundan en una baja autoestima en muchas ocasiones.
Con el tiempo este tipo de crianza suele generar problemas en las relaciones familiares, ya que los niños llegan a sentirse enjaulados, no pudiendo hacer determinadas actividades. Esto genera nerviosismo o estrés y afecta al tipo de relación, que debería ir por otros derroteros.
En MA Psicólogos Oviedo, sabemos que la educación de un niño debe ir por la senda del desarrollo de autonomía. Para ello deben ponerse límites, guiar, ser cariñosos, acompañar, dejar hacer… Y esto no debe confundirse con sobreproteger.
A veces se nos olvida que también fuimos niños que buscaban su autonomía sin miedo a equivocarnos y con la seguridad que nos generaba el apoyo incondicional de nuestros padres, no estaría de más pensar en ello.